Nota: leer las letras en rojo y ver las fotos, desde 1987 esos huesos fueron contaminados y sobre todo cuando se sacaron del cementerio de la Máximo Gómez.
3 de
Febrero de 2014
A: OPINION PUBLICA NACIONAL
RE:
RESULTADOS INACIF
El día
16 de Febrero de 1973 fue asesinado en las montañas dominicanas el Coronel
Francisco Alberto Caamaño Deño quien solo 14 días antes había desembarcado
comandando un grupo guerrillero que había decidido enfrentar con las armas al
gobierno del Dr. Joaquín Balaguer.
Los
testimonios hasta ahora obtenidos de los participantes en aquella gesta Histórica
dan cuenta de que Caamaño fue capturado con vida y posteriormente fusilado.
Existiendo ordenes previas de que su cuerpo fuera destruido el mismo fue
sometido a temperaturas extremas en una pira improvisada para tales fines y
sometido a su vez a la acción térmica de varios combustibles fósiles y químicos
por varias horas, siendo su cuerpo parcialmente destruido y desmembrado con la
consecuente desaparición de varias piezas Oseas y la desaparición de la mayoría
de ellas procediéndose con posterioridad al enterramiento de las mismas junto a
los restos de dos de sus compañeros muertos el mismo día.
En el
año 1987 luego de incesantes esfuerzos y con la cooperación bajo promesa de
recompensa económica a detectives privados y miembros separados y/o activos de
las fuerzas armadas y en una zona altamente militarizada se encontraron unos
restos óseos en el Valle de Las Lechugas o Valle de las Lechuguinas en el
Sector San José de Ocoa en el mismo lugar donde había sido asesinado catorce
años antes el Coronel Caamaño. Luego de obtener la autorización del mismo
presidente de la Republica, Joaquín Balaguer, y su Ministro de las Fuerzas
Armadas, Antonio Imbert Barreras, se autorizo a un grupo de los mejores
antropólogos del país a realizar un levantamiento de los mismos bajo la atenta
mirada de familiares, periodistas, militares y particulares que allí se
reunieron con los mismos fines.
De
acuerdo a la descripción ofrecida por el principal investigador de este caso se
había expuesto un fémur humano sin que la geografía circundante a la misma are
fuese alterada en lo mas mínimo. En una brillante exposición de la
localización, ubicación, estado de los restos y procedimientos seguidos para su
excavación se hizo referencia a un
cuerpo incompleto, desmembrado, quemado bajo la acción del fuego al cual le
faltaban la mayoría de sus piezas óseas incluyendo la cabeza, las manos y los
pies y colocado en posición atípica en medio del terreno circundante. Es
importante señalar que a escasa distancia de este cadáver incompleto y mutilado
se encontraron dos esqueletos completos pertenecientes a dos seres humanos más.
En
relación a los medios utilizados para
desenterrar estos restos humanos, en aquel lugar no se trataron los mismos como
el área de un crimen, sino como un levantamiento arqueológico. Allí por ende no
se establecieron las medidas de precaución que hoy se aconsejan para evitar la
contaminación de estas áreas y proceded a una identificación no adulterada y
propicia de los restos a ser analizados. Es de conocimiento publica que para
este levantamiento no se cubrió el medio ambiente, no se utilizaron ni siquiera
guantes y/o mascarillas y que los mismos fueron manipulados por más de veinte o
treinta personas incluyendo su traslado a casas de particulares antes de ser
llevados a su destino final en la Avenida Máximo Gómez en una de las
manifestaciones populares más grandes que hayan ocurrido en la Republica
Dominicana.
El
estudio antropológico realizado en 1987 es, sin embargo, nada menos que
brillante. Se ofrecen en el mismo los detalles anatómicos de los huesos en
estudio; se hace referencia a los materiales encontrados en los huesos y a su
definitiva exposición a altas temperaturas y al efecto del trauma. Se
utilizaron medidas antropométricas exactas, avaladas por estudios radiográficos
precisos y se llego a la conclusión acertada desde el punto de vista científico
de que estos restos eran enteramente compatibles con quien en vida se llamo
Francisco Alberto Caamaño Deño. Sumado a la prueba antropológica, a la
evidencia testimonial y a las características así descritas se hizo obvio que
estos restos humanos correspondían a los del Comandante asesinado.
En el
año 2013 el Congreso de la Republica, máximo organismo del poder Legislativo,
promulgo una ley para el Traslado de estos restos óseos desde su lugar de
descanso en la Avenida Máximo Gómez hasta el Panteón Nacional de la Patria
Dominicana, donde reposan los Héroes de la Republica. Luego de la Promulgación
de la Ley por la Máxima Autoridad Política en el mismo país, el Presidente de
la republica Señor Danilo Medina, se crea una comisión para organizar el
traslado de los restos hasta el Panteón Nacional, cuyo objetivo no era otro que
facilitar los medios para que esta actividad fuera posible.
Es
entonces cuando atribuyéndose facultades que no le correspondían ni le
corresponden y violando la disposición de una Ley ya promulgada, el Señor
ministro de Cultura accede a presiones de particulares y decide realizar
pruebas de ADN a los restos encontrados hacia ya 27 años momento en el cual soy
requerido por el presidente de la Fundación Caamaño, Claudio Caamaño Grullon, para ofrecer mi opinión en el mismo sentido,
como miembro de la Fundación Caamaño y su representante en los EEUU de Norteamérica.
Luego
de estudiar detenidamente este caso, y comunicándome a su vez tanto con
miembros de las familias Caamaño Vélez, Caamaño Acevedo y Caamaño Deño para ofrecer
mis perspectivas sobre este caso en particular y luego de haber participado de
manera directa o indirecta en la obtención, el procesamiento y análisis de más
de 18,000 muestras de ADN en mi carrera profesional envié varias declaraciones
juradas en donde rechazaba la factibilidad de obtener una muestra fidedigna
debido a varios factores que ya han sido mencionados en otras comunicaciones y
que todos ellos recibieron de manera directa de mi parte. Recomendé a la
referida comisión la no realización de estas pruebas precisamente conociendo la
posibilidad real de un resultado negativo o pobremente específico y erróneo,
tal como efectivamente ha sucedido y por el cual se pretende llevarle al pueblo
dominicano la noción de que estos restos no son auténticos.
Es
menester señalar que para mi sorpresa y de nuevo obviando todos los protocolos
establecidos para el trato de estos restos como evidencia de un crimen se
realizo una nueva exhumación en presencia de periodistas, familiares y
particulares esta vez en el cementerio de la Avenida Máximo Gómez. Una vez más,
el área no fue sellada al ambiente. La urna conteniendo los restos descritos
fue abierta al medio ambiente y al público allí presente, que constaba de
decenas de personas. Luego de realizar este show mediático los restos fueron
transportados bajo prácticamente ninguna custodia al centro INACIF en la ciudad
de Santo Domingo.
Luego
de varias semanas sin ofrecer ningún tipo de información pública y solamente
luego de la orden expresa de una corte de leyes, el INACIF sorprende a la Nación
Dominicana para alegría expresa de unos pocos y emite un reporte que borra de
un solo golpe y plumazo todos los elementos que hasta ese momento se habían
considerado validos con respecto a la procedencia de estos restos basados en
“conclusiones” que luego de leer el informe mismo solo puedo catalogar de poco
veraces, absurdas y contradictorias.
La
comparación entre el estudio antropológico de 1987, el cual ni siquiera es
mencionado en el reporte actual de INACIF, y este último reporte es
sencillamente diametralmente opuesta, tanto en la forma, el contenido, la
precisión y la calidad científica de los mismos. Se llegan a cometer errores
garrafales que hemos-para no utilizar otros términos-catalogado de graves y
penosos. Para nada se tomo en cuenta el estudio previo, ni sus datos, ni su
contenido., ni sus resultados. Se partió
desde un principio con un desconocimiento total de la forma en que fueron
hallados, manejados, manipulados y estudiados estos restos en el pasado. Se
llega a contradecir en sí mismo en más de una ocasión, con descripciones de
huesos “completos en más de un 95%” con “huesos incompletos, fragmentos y
extremos proximales de los mismos”. Afirma todavía más el investigador principal
diciendo que estos restos están “completos tal como ocurrió al momento de la
muerte” sin siquiera mencionar cual fue ese momento ni sugerir siquiera una
casusa probable para la misma.
Describe
el INACIF en estos huesos completos la friolera de 66 piezas óseas, no
concluyendo que a estos restos humanos por ende le faltan 160 piezas óseas. Por
sus análisis contradictorios, adulterados y marcadamente erróneos, llegan y le
transmiten a la población que allí había más de un individuo y más de un sexo
en las referencias suministradas.
El peor
de los errores, y el mas craso, sin embrago ocurre cuando se realiza un estudio
de ADN no tomando en cuenta variable alguna que no fuese demostrar una
familiaridad entre las muestras en cuestión y algunos miembros de la familia Caamaño,
y no entender las variables científicas y epidemiológicas de sensitividad y
especificidad de una prueba cualquiera para dar a conocer sus disparatados
resultados. Es decir, el hecho de que aparezca, tal como apareció un “ADN” en
estos restos y no aparezca el mismo “ADN” en los demás familiares no se puede
interpretar tal como erróneamente se interpreto, es decir, probando que esos
restos no pertenecían al padre biológico o hermano de esos miembros, sino que
esos miembros no estuvieron en contacto con la muestra analizada en cuestión,
siendo esta la principal diferencia entre un estudio diseñado para ofrecer
resultados validos y uno que buscaba de antemano señalar la negatividad mismos.
La
pregunta que debió hacerse y no se hizo el INACIF era de quien era el ADN
encontrado en los restos. De cuál de las 20 o 30 personas que manipularon esos
restos en 1987. De cuál de los técnicos que efectuaron la prueba. De cuál de
las decenas de personas que estaban allí presentes cuando de manera desordenada
se abrió la urna al medio ambiente, cuando es de ellos muy bien sabido que una
sola partícula de saliva, sudor, contaminación de varios orígenes podía
adulterar el resultado de la muestra misma, todo lo anterior sin medir las
consecuencias de su error para la Historia y la Nación Dominicana.
Ese
y no otro es el peor de los pecados de este reporte improcedente, anormal, incongruente
e injusto que de manera obvia se asocia a los peores intereses que gravitan
sobre la República Dominicana, y por lo que jamás debió ni debe ser aceptado
como válido por el pueblo dominicano mismo. Es por lo mismo que nos reafirmamos
en nuestra posición de que los restos del Coronel Francisco Alberto Caamaño
Deñó deben ser llevados sin más dilaciones y sin más violaciones de todos los
poderes del Estado a su lugar definitivo en el Panteón de Los Héroes de La
Patria.
Dado en
el Condado de Polk, Estado de la Florida, EEUU.
George F
Torres, MD
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