martes, 29 de octubre de 2013

54 Aniversario de la desaparición del Comandante de la Revolución Camilo Cienfuegos

Camilo Cienfuegos
Camilo Cienfuegos

Nacimiento
Fallecimiento
28 de octubre de 1959
(27 años)
Nacionalidad
Movimiento
Camilo Cienfuegos Gorriarán (La Habana6 de febrero de 1932 – 28 de octubre de 1959) fue un revolucionario cubano y una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Cubana, junto a Fidel Castro, el Che GuevaraRaúl Castro y Juan Almeida.
Es considerado fundador del Ejército Rebelde y uno de sus jefes principales durante la Guerra de Liberación Nacional contra la dictadura de Batista.
Conocido como "El Comandante del Pueblo", "El Señor de la Vanguardia", "Héroe de Yaguajay" o "el héroe del sombrero alón" fue un destacado revolucionario de extracción humilde y amplia ascendencia popular por su carácter jovial y natural desprendimiento»
El joven Cienfuegos.
Camilo Cienfuegos nació el 6 de febrero de 1932 en la barriada de Lawton, en la capital cubana. Era hijo de Ramón Cienfuegos Flores y Emilia Gorriarán Zaballa, anarquistas españoles, originarios de Pravia (Asturias) y de Castro Urdiales (Cantabria) respectivamente.
Efectuó sus primeros estudios en la Escuela Pública N° 96 San Francisco de Paula de su ciudad natal, y tras verse obligado por la difícil situación económica de su familia a residir en diferentes sitios, regresó a Lawton donde terminó la escuela primaria en la Escuela Pública N° 105 Félix E. Alpízar.
Ya en 1948 había comenzado a involucrarse en la lucha política participando en las protestas populares contra el aumento de la tarifa de los ómnibus urbanos.
El 10 de marzo de 1952, al producirse el golpe de estado de Fulgencio Batista, con un grupo de jóvenes concurrió a la Universidad en procura de armas para resistir a la dictadura. En esa época establece amistad con otros jóvenes que tendrían un destacado papel en los sucesos posteriores, Carlos Leijás, Israel Tápanes, Reinaldo Benítez y los hermanos Mario y José Fuentes.
En abril de 1953 con su amigo Rafael Sierra viajó a los Estados Unidos en busca de una mejor situación económica. Allí trabajó en varias ciudades como obrero y camarero. Vinculado a los emigrados latinoamericanos, participó en diversas manifestaciones y escribió para el periódico La voz de Cuba un crítico artículo contra Batista titulado Identificación Moral. En 1955 fue detenido en San Francisco por el departamento de inmigración y finalmente deportado a México
Regresó a Cuba el 5 de junio de 1955 y mientras volvía a trabajar en El Arte y se sumaba a la lucha contra el régimen de Batista, en septiembre contrajo matrimonio con Isabel Blandón, una enfermera salvadoreña que había conocido en San Francisco.
El 14 de diciembre de 1955, fue herido por un arma de fuego durante una manifestación en honor del héroe independentista cubano Antonio Maceo, lo que no le impidió participar del acto en conmemoración del 103 aniversario del nacimiento de José Martí en el parque Central. Esta vez, golpeado y conducido al BRAC donde fue fichado como comunista por el cuerpo policial del dictador Fulgencio Batista. Al verse perseguido y sin trabajo, decidió ir al exilio por lo que en marzo de 1956 viajó nuevamente a los Estados Unidos.
En septiembre se encontraba en México, donde logró establecer contacto con Fidel Castro, quien organizaba una expedición revolucionaria que regresaría a Cuba para iniciar la gesta contra el régimen de Batista. Cienfuegos fue el último elegido para la expedición del yate Granma, debido a que no tenía el entrenamiento militar suficiente, por lo que fue enviado con rapidez al campamento de Abasolo, Estado de Tamaulipas, donde recibió entrenamiento en guerra de guerrillas y práctica de tiro.
Lucha revolucionaria
Recibe su bautismo de fuego junto a sus compañeros en Alegría de Pío, el 5 de diciembre de 1956. En el combate de El Uvero, ya ostenta los grados de teniente y dirige un pelotón. En la lucha armada en la Sierra Maestra, por su accionar de combate, se le otorga el rango de Capitán del Ejército Rebelde. En el año 1957 se crea una nueva columna guerrillera: la columna número 4, hija de la columna madre "José Martí", y de la que está a cargo del Comandante Ernesto Che Guevara. En esta columna guerrillera, el capitán Cienfuegos cumple función de jefe de la vanguardia. También aquí, en el seno de la lucha armada, nace una entrañable amistad entre él y el Che. Los combates de Bueycito, El Hombrito y Pino del Agua, cuentan con la figura de Cienfuegos. Su valentía y arrojo contribuyen a formar el mito del «Señor de la Vanguardia».
En marzo de 1958 se convirtió en el primer jefe del movimiento que llevaba el combate más allá de la Sierra Maestra, a los llanos del Cauto. El éxito de esa breve campaña, en la cual hostigó las comunicaciones enemigas, llegó a incursionar en la ciudad de Bayamo y enfrentó al ejército en el combate de La Estrella le valió en abril ser ascendido por Fidel Castro al grado de Comandante.
El 18 de junio regresó a la Sierra, y los siguientes meses permaneció en la Comandancia de La Plata participando en varios combates, entre ellos los de Vega de Jibacoa y Las Mercedes.
En agosto le fue asignada la tarea de dirigir la columna invasora número 2 "Antonio Maceo", la cual, con 92 combatientes (sólo 82 armados), partió de la Sierra Maestra hacia el Occidente de Cuba, iniciando sus operaciones en coordinación con la columna N° 8 "Ciro Redondo" al mando de Ernesto Che Guevara, extendiendo las acciones militares que habían comenzado en la zona oriental al occidente del país.
El 21 de diciembre de 1958 la vanguardia de Cienfuegos, al mando del comandante Félix Torres y del capitán William Gálvez inició el cerco sobre el cuartel y la localidad de Yaguajay. Tras capturar Zulueta, en la noche del 22 Cienfuegos se sumó al cerco con el restos de sus tropas, reuniendo algo más de 200 hombres.
La batalla de Yaguajay para doblegar la resistencia de la guarnición del ejército, 350 efectivos el mando del capitán Alfredo Abón Lee, se extendió hasta la tarde del día 31 de diciembre, y representó un golpe decisivo del ejército rebelde para debilitar las fuerzas represivas del tirano Fulgencio Batista. Su desempeño en esta batalla le granjeó el sobrenombre de «El Héroe de Yaguajay».
Tras el triunfo de la Revolución Cubana, Cienfuegos formó parte del alto mando del Ejército Revolucionario como su jefe supremo. Combatió en los levantamientos contra-revolucionarios y participó también en la Reforma Agraria.
El comandante Camilo Cienfuegos era muy querido por su humildad, sencillez y sonrisa franca, incluso se llegó a comparar su popularidad con la del jefe revolucionario Fidel Castro.
Camilo vivía frenéticamente con tanta acción e intensidad que a veces se tomaba y decía, riéndose: "No sé si esto es un sueño o realidad" Sentía la euforia del héroe no desde arriba, de lejos sino tan cerca, que todos querían tocarlo, abrazarlo, mirarlo, amarlo, tenerlo, al menos por un momento. Riéndose, decía que estaba viviendo la vida como si fuera un sueño.
Muerte.
Las circunstancias de la muerte de Camilo Cienfuegos son uno de los hechos más polémicos de la primera década de la Revolución Cubana debido a los misterios que la rodean.
El 19 de octubre de 1959, el comandante rebelde Huber Matos, en esos momentos jefe militar de la provincia de Camagüey, da un paso más en su distanciamiento del proceso revolucionario al enviar por segunda ocasión una carta de renuncia a Fidel Castro. Como respuesta a esto Fidel envía una carta a Camilo Cienfuegos con órdenes de arrestar a Matos. Una vez que la situación estuvo bajo control, Fidel viaja a Camagüey, donde inicia un proceso que culminará con el encarcelamiento de Matos durante 20 años. El 23 de octubre, Cienfuegos compareció en el Canal 11 de la televisión de Camagüey para informar sobre el arresto de Matos.
La versión oficial indica que Camilo Cienfuegos falleció el 28 de octubre de 1959, en un accidente de aviación a causa del mal tiempo mientras retornaba de Camagüey a La Habana a bordo de su avión ejecutivo, un Cessna 310. Sin embargo, nunca se pudieron encontrar restos de Cienfuegos ni los de su avión. Tampoco hubo informes de problemas climáticos en la ruta que supuestamente debía seguir el mismo, ni el avión de Cienfuegos emitió ninguna llamada de auxilio.
Toda Cuba se movilizó en la búsqueda de Cienfuegos durante varios días, siendo éste uno de los eventos más conmovedores de los primeros años de la Revolución Cubana.
El comandante Ernesto Guevara dijo de él:
Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa ... Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer'.
Memoria.
·         Cada 28 de octubre, los escolares de Cuba echan flores al mar como homenaje a Camilo Cienfuegos.
·         Existen escuelas militares en toda Cuba llamadas Escuela Militar Camilo Cienfuegos (EMCC). A sus alumnos se les llaman "Camilitos".
·         Existe una escuela primaria situada en La Habana llamada Camilo Cienfuegos en su homenaje.
·         La Universidad de Matanzas lleva por nombre "Camilo Cienfuegos".
·         El retrato de Camilo Cienfuegos se encuentra en los billetes de 20 pesos cubanos y el monumento en su homenaje se puede apreciar en el de 20 pesos cubanos convertibles.
·         Es representado en la película Che de Steven Soderbergh, lanzada en el 2008. El actor que lo interpreta es Santiago Cabrera.
·         Los conjuntos musicales Carpe Diem y Tercer Modulo Ska compusieron canciones que llevan por nombre "Cienfuegos" en su honor.
·         Existe una banda argentina llamada Cienfuegos entre cuyos miembros se encuentran varios integrantes de Los Fabulosos Cadillacs.
·         La localidad conocida hasta 1959 como Central Hershey, en el municipio Santa Cruz del Norte (provincia de La Habana), pasó a llamarse desde entonces Central Camilo Cienfuegos.














Todos los años el pueblo cubano lanza flores al mar y donde no hay mar en los rios, en homenaje a ese gran hombre que fue el Comandante Camilo Cienfuegos.
Loor a el Señor de la Vanguardia, al guerrillero de cien batallas, el COMANDANTE CAMILO CIENFUEGOS.

viernes, 25 de octubre de 2013

Transcripción de dos hojas del diario de Francisco Alberto Caamaño Deñó, escritas en Cuba en el año 1967.








                                              DICIEMBRE
                                                                                                                Jueves.

Me informa compañero Jesús que se efectuó el contacto con Juan Bosch.
Estaban también Peña Gómez esto fue en España-Benidorm. Se conversó sobre Temas Generales.  Y luego nuestro contacto fue al grano. Le preguntó sobre acuerdos últimos y si tenía algún informe de importancia que me quisiera hacer llegar, de inmediato Juan Bosch llamó a Peña Gómez y a otras personas que estaban en la casa ( familiares) planteando lo siguiente:
1.- Que rompía Todo compromiso conmigo y que PRD “su partido y su gente lo mismo.
2.- Que se le había faltado el respeto, puesto que le había









                                                     DICIEMBRE

                                                      VIERNES                                                                                                                        
 mandado un contacto (debe ser Gerardo o Eugenio) que era casi un niño.
3.- Que se le había mantenido al margen y sin información en las actividades Revolucionarias.
4.- Que le estaban tratando de reclutar sus hombres, (debe de referirse al PRD) al margen de su conocimiento.
5.- Que le había mandado una carta al Dr. Raúl Roa, su amigo, y que esta la había sustraído el G-2 Cubano sin permitir su entrega.
6.-Que yo no había confiado en él puesto que el dinero de ayuda al PRD ($15,000) que yo le había













                                                 DICIEMBRE

                                                 SAB.-DOM.


 enviado, fue sustraída por los militares que trabajaban conmigo (debe referirse a Monte Arache y Lachapelle) los ladrones y traidores,- pudiendo haberlo entregado a él personalmente.
En toda esta conversación, Peña Gómez, solo abrió la boca para decir que si yo entraba al país con la intención de iniciar la insurrección podía contar con el apoyo moral de ellos.-
7.- También planteó por último que la R.D era un país bajo el control de los yankys, que allí las condiciones no son propicias para la guerrilla. Etc. Etc. (se apendejó definitivamente el hombre)

Nota: Mis conclusiones, en documento anexo,-



Nota: La letra negrita y el tamaño más grande es para que puedan verlo con más claridad, esto lo hace la Fundación.

Visita al Listín Diario. Extraído del libro de Claudio Caamaño "Caamaño Guerra Civil 1965".

Visita al Listín Diario
Llegamos, tocamos la puerta y abrió un cabo de la Policía, que se impresiona, sin decir nada, solo saluda militarmente, al vernos armados de fusiles automáticos, 10 cargadores o más, pistolas y granadas. Luis estaba bajando las escaleras. Saludamos y subimos con él a la segunda planta. Nos llevó a un despacho muy amplio donde nos recibió Carlos Alberto Ricart (Baby), quien era el presidente de la editora y conocía a Caamaño desde niño, pues habían sido vecinos. El señor Ricart nos saludó con mucho afecto. Había unas ocho o diez personas, entre ellos Rogelio Pellerano. Nos informaron que Moisés Pellerano había sido herido en un hombro por una bala perdida y había sido operado, cuando esa tarde estaba en la azotea del edificio del periódico tratando de observar la Batalla del Puente. El director, Rafael Herrera, nos saludó atentamente, a mí con un abrazo; mi padre, amigo suyo, me lo presentó varios años antes en la cercanía del periódico El Caribe, al final de la calle El Conde, donde él trabajaba. También estaba el señor Francisco Comarazamy o su hermano. Nos ofrecieron un tratamiento cordial. Era un ambiente tenso, ficticio. Pensé que ese comportamiento alterado tenía su explicación en que eran personas de paz y trabajo, afectadas por la fuerza de los hechos en una situación de guerra. Caamaño felicita al valiente y veraz reportero, único periodista dominicano o extranjero en la Batalla del Puente, e insiste que es un joven valiente hasta la temeridad y felicita también al Listín Diario por tener un reportero con tales condiciones. El director, Rafael Herrera, dice: “Quiero oír la versión del coronel Francisco Caamaño, para tener el honor de publicar la información de primera mano y en exclusiva”. Trajeron otro taquígrafo, ya en la oficina había uno y varias personas con grabadoras, Caamaño narraba los hechos mientras dos o más fotógrafos tomaban fotos. Les hacían preguntas, principalmente Rafael Herrera. Como Luis Reyes Acosta y yo conocíamos todo lo que Caamaño narraba, fuimos a otra oficina y me mostró su reportaje de guerra, lo encontré magnífico.  Me informó que el reportaje que hicieron en el periódico estaba basado en las informaciones telefónicas de la Embajada Norteamericana y que los numerosos periodistas que llamaban desde el extranjero al periódico Listín Diario, la mayoría remitidos por la misma Embajada hacia el periódico, a los que  se les daba solamente las informaciones que había suministrado la Embajada de Estados Unidos. Luis también me dice que la Embajada Norteamericana informó al Listín de que casi todo el Gobierno Provisional, incluido el Presidente Molina Ureña y numerosos militares, están asilados en diferentes embajadas desde principios de la tarde, en un número que según ellos puede llegar a cientos. Caamaño me mandó a buscar para aclarar algunos hechos de la batalla. Esa oficina estaba muy iluminada y todos pendientes de lo que Caamaño o yo narrábamos. Conocía a don Baby Ricart porque Emerson y yo habíamos sido compañeros de estudios en el mismo curso y amigos de su hijo Alfredo Arturo Ricart Pellerano en el colegio de La Salle. Con Rafael Herrera en ocasiones tomaba café en casa de doña María Burgos de Bidó. Terminó la entrevista y como había trabajadores, periodistas y otros que no estuvieron en ésta y a través de Reyes Acosta conocían que Caamaño fue el Comandante Militar de esa victoria del pueblo dominicano, querían saludarlo y otros conocerlo. Le pedí que pasara a saludar, lo cual hizo y fuimos saludando hasta los talleres  en compañía de los funcionarios y dueños del periódico. Nos despidieron amablemente. Tan pronto nos encontramos en la calle, totalmente a oscuras, puertas y ventanas cerradas, nadie en las mismas, guié a Caamaño al centro de la calle; porque las paredes oyen, y le digo en voz baja lo que Luis Reyes Acosta me informó; que la Embajada norteamericana le daba noticias sobre la guerra al periódico Listín Diario. Y el Listín a su vez daba esta misma noticia a los periodistas extranjeros que llamaban. Muchos de estos primero llamaban a la Embajada, desde donde les recomendaban que llamaran al Listín Diario. Se trataba de una manipulación vulgar de la verdad de los hechos.
 Ya en la casa de la calle Salomé Ureña esquina calle José Reyes, comentamos lo que estaba sucediendo en el Listín Diario y Rosa Adelina y su hermano, el doctor Bidó Burgos, nos dicen que lo mismo podría estar sucediendo en el otro diario de la Capital; El Caribe, que estaba en la calle El Conde esquina Las Damas, separado por el ancho de la calle, de la Fortaleza Ozama. La Policía de esa fortaleza había combatido en la calle Padre Billini y en el Malecón, teniendo un saldo de numerosos muertos y heridos. Nos quedaba relativamente lejos para ir Caamaño y yo a pie al diario El Caribe, en medio de la oscuridad de la noche, que podía estar llena de peligros. Decidimos llamar a El Caribe. Cuando levantaron el teléfono me identifico como el primer teniente Claudio Caamaño Grullón, P.N. ayudante del coronel Francisco Caamaño Deñó F.A.D., comandante de las Fuerzas Constitucionalistas que derrotaron total y aplastantemente a las tropas del general golpista y genocida Elías Wessin y Wessin en la Batalla del Puente Duarte, y necesitamos hablar con el director del periódico. Me informa que el director, Germán Emilio Ornes Coiscou se encontraba en el extranjero. Le solicito que me comunique con quien fuera el jefe en ese momento. Me pide que espere y un poco después oí una voz agitada, que decía: “Soy  Radhamés Gómez Pepín, en estos momentos soy el encargado del periódico. Dígame”. Le repito la información de que habíamos derrotado aplastantemente las tropas del golpista Wessin. Y Me dijo que no creía esa información, porque ellos habían observado desde el local del periódico cuando la infantería, jeep, camiones y otros vehículos cruzaron el Puente Duarte y luego los tanques acompañados de tropas a pie habían cruzado el puente sin aparente oposición. Le expliqué que esos que cruzaron el puente habían sido derrotados por nosotros, y que también capturamos a  todos los tanques de guerra que cruzaron. Me contesta, negando lo que le decía, que mis informaciones son interesadas y que a él le era muy difícil creer eso, porque él tenía informaciones totalmente diferentes, de una fuente muy acreditada. Le digo que de seguro esa fuente era la misma que la del periódico Listín Diario: la Embajada de Estados Unidos, a pesar de que el único periodista que estuvo en el frente de la Batalla del Puente Duarte fue Luis Reyes Acosta  del Listín Diario, pero si no hubiésemos ido al Listín Diario, donde Caamaño le narró cómo había sido la Batalla, iban a publicar que nos derrotaron, siguiendo solo las informaciones de la Embajada Norteamericana y no la de su periodista. Me pareció sorprendido, me dice que ellos no enviaron reportero a la Batalla del Puente, porque había mucho peligro y estaban disparando desde muchos sitios,  y nos invitó a que fuéramos también al periódico El Caribe, para dar las declaraciones. Le digo que no iríamos porque: “Ustedes están en el alero de la Fortaleza Ozama”, pero que por teléfono podíamos hablar lo que él quisiera, que le aseguraba que lo que quedaba de las tropas golpistas que entraron a la ciudad, estaban a esa hora cruzando el río como pudieran: huyendo. Lo puse a hablar con Caamaño quien le hizo brevemente las mismas declaraciones que al Listín Diario.
Seguimos haciendo llamadas, queriendo confirmar algunas informaciones que nos dieron en el Listín Diario, sobre todo las que me dio Luis Reyes Acosta. Llamé de nuevo al tío Ricardo Caamaño, quien dijo que no encontraba a ninguno de los oficiales constitucionalistas que él se había propuesto localizar. Que en San Isidro creían que les habíamos envenenado el agua que iba desde Santo Domingo y que les quitamos la corriente eléctrica. En el hospital militar de San Isidro se habían acabado las pijamas porque las tomaban los muchos desertores que no tenían ropa de civil en la Base Aérea.
Nos fuimos dando cuenta, que casi los únicos que seguíamos en la lucha por la Constitución de 1963 y el regreso de Juan Bosch a la Presidencia de la República, éramos los pocos militares y dos policías que con una gran parte del pueblo habíamos combatido y triunfado en el Puente. Para todos los demás: políticos, militares, y el resto de la ciudad, habíamos sido vencidos. Caamaño, que asimiló rápidamente esta desconcertante situación, llamó a amigos, conocidos y militares comprometidos para informarlos de nuestra victoria, mientras fumábamos y tomábamos café en la mesa del comedor.  Pudimos hablar con algunos parientes y amigos, pero con un solo militar comprometido, por lo que calculamos que los pocos oficiales, clases y alistados que no habíamos desertado del Movimiento Constitucionalista, éramos muy pocos. Caamaño me ordenó que tomara nota de los siguientes ascensos militares y reintegraciones en el nuevo Ejército Militar Constitucionalista: Manuel Montes Arache, de capitán de corbeta a coronel; Juan María Lora Fernández, de mayor a coronel;  Fabio Chestaro reintegrado como mayor y ascendido a coronel; Gerardo Marte Hernández, reintegrado como  teniente coronel ascendido a coronel; Claudio Caamaño, de primer teniente a mayor, y póstumo Elías Bisonó Mera de teniente a mayor. Y todas las clases y alistados ascendidos en los rangos inmediatos superiores. Cuando Rosa Adelina y yo le preguntamos: ¿por qué si él ascendía a todos los militares que combatieron heroicamente en la Batalla del Puente, por qué él, que fue el comandante que dirigió y combatió en la batalla no se ascendía a general? contestó: “El grado de general voy a proponer que sea eliminado del escalafón de las Fuerzas Armadas dominicanas, porque los generales históricamente han hecho padecer los peores horrores a los dominicanos. Es un grado nefasto; nunca seré general”.  
Nos acostamos un poco después de la medianoche y aunque estábamos cansados, estropeados y yo con sueño atrasado, Caamaño quería hablar. Estábamos acostados con ropa, solo nos quitamos los zapatos, en la misma habitación, pero separados por una división de cartón piedra y la puerta abierta. Caamaño decía: “Primo, yo sé que te estás durmiendo, pero necesito hablar”. Comenzó a hablarme con una profunda admiración de los combatientes de la Batalla del Puente, pero sobre todo de los civiles; mujeres y hombres, jóvenes y algunos casi niños. Me contaba anécdotas, cosas que él vio; para él y para mí también era una situación totalmente nueva, pero él la veía más claramente, en el sentido de que ese pueblo, en su mayoría gente sencilla de ciudades, pueblos y campos, cómo esas dominicanas y dominicanos se habían agigantado ante el embate de tropas especializadas, infantería, aviones, cañones, barcos y tanques de guerra, y los habían derrotado. Vivió y disfrutó aquello, y Caamaño que era un tipo brillante e inteligente, que yo creía conocer a cabalidad, me sorprendía por la agudeza y rapidez con que podía entender una situación tan compleja en que estábamos y sacar conclusiones correctas. Sin orientación de nadie veía, razonaba,  entendía y actuaba con acierto preciso. Asimiló muy bien aquella clase de lucha que hizo el pueblo dominicano. Sintió a partir de ese día, aún mucho más admiración por nuestro pueblo. Aunque yo le protestaba, porque la noche anterior no había podido dormir, y me dormía  y él me despertaba, me impresionó particularmente cuando me dijo: “¡Primo, atiéndeme! Óyeme bien lo que te voy a decir, desde hoy en adelante tú y yo no tenemos jefes, a partir de ahora, nuestro pueblo será nuestro único jefe, este pueblo se merece un mejor destino. He descubierto el valor y la grandeza del pueblo dominicano. Yo había sido hasta hoy un ignorante, un equivocado”. Se puso tan dramático al decir estas frases que yo me desperté completamente al oírlo. Me dijo: “¡Primo, prométeme que nosotros jamás volveremos a  ser serviles de los grupos de poder de este país!”. Me pareció un momento tan solemne que le respondí: “Lo prometo” y él repitió igual: “¡Lo prometo!”.
Tenía plena conciencia de la importancia histórica en la increíble victoria del pueblo dominicano, inspirado y dirigido por él, iniciaba la liberación dominicana de los opresores y explotadores extranjeros y de sus serviles opresores y explotadores nacionales.
Me dormí casi sin darme cuenta, mientras Caamaño hablaba, y él me dejó dormir. Doña María me llamó pasadas las 03:00 horas para decirme que nos llamaban por teléfono, fui al teléfono, y una persona que no se me identificó, aclaró que no era conmigo, sino con el coronel Caamaño con quien quería hablar. Caamaño estaba despierto y le dije que era a él que lo llamaban, cuando terminó me informó, haber hablado con alguien de parte de el teniente coronel Nene Tejada F.A.D (Luis Carlos Tejada González) quien había sustituido al jefe del Movimiento en la Fuerza Aérea; general retirado Santiago Rodríguez Echevarria F.A.D. (Chaguito) ex jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea.  Le informó que en San Isidro estaba aterrizando desde un poco antes de las 02:00 horas, cada seis minutos un avión de transporte militar norteamericano, que descargaba tropas y equipos de ese país. Esas fuerzas militares extranjeras que habían sido pedidas por el general Elías Wessin y Wessin a las 18:30 horas y luego por el teniente coronel Pedro Bartolomé Benoit F.A.D., presidente de una Junta Militar de Gobierno creada por Wessin a las 20:00 horas.
Nos acostamos, Caamaño comenzó a hacer algunas cavilaciones en voz alta y preguntas a mí sobre eso, pero me dormí.


Nadie cree que ganamos. Extraído del libro de Claudio Caamaño "Caamaño Guerra Civil 1965".

Nadie cree que ganamos
Llegamos al Parque Independencia y lo cruzamos a oscuras y totalmente solitario, hasta la calle Pina esquina Canela, subimos con dificultad, por la total falta de luz a la segunda planta, tocamos y tenemos que insistir llamando para que una persona nos conteste desde detrás de la puerta. Después que nos identificamos y decimos que hemos estado esa mañana allá, Caamaño le dice que quiere hablar con el teniente coronel Hernando Ramírez. Es una mujer la que habla y nos dice que no conoce a Hernando Ramírez. Hay más de una persona detrás de la puerta. Preguntamos si esa es la dirección correcta y si ahí vive don Vinicio Espinal. Nos dicen que sí, pero que no está allí en ese momento. Niega que  Hernando Ramírez  hubiera estado alguna vez en ese apartamento. Caamaño le dio las buenas noches y cuando bajábamos las escaleras nos encontramos con tres jóvenes que están a media escalera y han escuchado la conversación. Nos dicen que a quien estamos buscando está asilado en la Embajada de Colombia. Marte les preguntó incrédulo y ellos responden: “Porque nosotros lo llevamos”. Caamaño, inmediatamente les dice que si eran capaces de llevarle una nota a la embajada donde está asilado. Ya estamos en la calle y no tenemos ni papel ni lápiz, uno de los jóvenes toca a la puerta de una casa en frente y llama a una señora que conocía y le pide lo necesario para escribir y lo trae junto a un foco y Caamaño, apoyándose en la pared mientras le sostenía el foco, escribe una nota a Hernando Ramírez informándole que hemos derrotado completamente a las fuerzas de Wessin en la Batalla del Puente y lo cita para esa misma casa en la mañana temprano. Uno de esos muchachos se presenta como Fernando Pimentel (Vejé) del barrio de San Carlos. Cuando les vemos con la luz del foco parecen de diecisiete  a dieciocho años. Se fueron rápidamente a cumplir la misión y nosotros continuamos caminando por las calles a oscuras, todas las casas están cerradas. No es tarde, son un poco más de las 20:00 horas. Los tres estamos sedientos. Marte propone que lleguemos donde el doctor José Augusto García Fajardo, que había sido oficial médico de la Policía. Tenía su consultorio y domicilio cerca de donde estamos, en la calle Padre Billini, entre las calles Palo Hincado y Espaillat, en la acera sur. No hay nadie en las calles. Tocamos a la puerta de la casa del doctor García Fajardo, al identificarnos, abre y nos recibe junto a su esposa, doña María Johnson de García. Nos ven sorprendidos, sucios, con heridas, laceraciones y la ropa rota, armados de fusiles, pistolas, chalecos de cargadores, cuchillos y granadas. Al preguntarnos qué nos ha pasado, Marte comienza a explicar el combate y el doctor lo interrumpe diciéndonos: ¿Qué necesitan? Caamaño y yo respondimos al mismo tiempo: “agua”, rápidamente agotamos toda el agua fría que había en la nevera y cuando se acabó seguimos tomando agua con hielo. Estamos deshidratados. El médico cura primero las laceraciones de Caamaño, quien tiene más heridas y rasguños. Marte pide permiso para usar el teléfono, llama a su familia y Caamaño le apremia para que llame a oficiales militares comprometidos, que no sabemos nada de ellos.  Se comunica con algunas casas, pero sin poder hablar con ninguno. Yo también hago algunas llamadas, pude hablar con mi tío el mayor retirado Ricardo Caamaño, FAD, a quien le informo que derrotamos a Wessin y que lo que queda de ellos está en desbandada. Le pregunto por otros oficiales conocidos de él, no sabe decir, pues no los ve desde la tarde del día anterior, pero que va a averiguar. Le pido que llame a algunos contactos en San Isidro para averiguar lo que está pasando allá.  Le dimos el teléfono de donde estamos para que nos llame. Caamaño a su vez me indica que llame a otros oficiales, luego de  curado, sin camisa, hace varias llamadas, quiere saber de su esposa y sus hijos, no puede hablar con ellos, pero se comunica con Rafael Sánchez Tejeda, el cual le dijo que su familia está bien, pero que está en otra casa, sin decirle donde, porque cree que a ella la están persiguiendo. Rafael también informa que su casa ha sido allanada por orden del Jefe de la Marina, Rivera Caminero, cuya residencia se veía desde su casa, después que nosotros hemos salido. Caamaño se comunica con algunos de sus hermanos y otros parientes, pero no puede comunicarse con su madre, que no está en su casa.  Doña María limpia sangre, cose roturas y pone botones a la camisa de Caamaño.
Caamaño y yo no tenemos cómo irnos a su casa de la calle Pedro Livio Cedeño y estar temprano en la mañana con Hernando Ramírez, en la calle Pina esquina Canela. Mientras curan a Marte, nos sentamos en una pequeña galería junto a la calle, le digo que podemos dormir en casa de Marte, quien vive cerca, en la calle Salomé Ureña esquina avenida Duarte. Me dice que esperemos que Marte nos invite. Comentamos sorprendidos, el que tantos oficiales comprometidos no estén en sus casas y no acuden a la Batalla del Puente, que era la batalla decisiva, porque enfrentábamos al único grupo militar opuesto a la Constitución de 1963 y al regreso de Juan Bosch, y como todas las casas que hemos visto de la ciudad están cerradas, y con los pocos habitantes que hemos hablado, llenos de temor, con la excepción del doctor Marcelino Vélez y Lajara Burgos, no solo desconocen la victoria total de los constitucionalistas en la Batalla del Puente Duarte, sino que creen que Wessin nos ha derrotado y no nos creen lo que les decíamos.
Como tenemos que vernos al día siguiente temprano con Hernando Ramírez y luego rápidamente ir al Puente Duarte, le insisto: “Vamos a dormir a casa de Marte y Marianela (doña Marianela Báez de Marte), que está cerca”. Caamaño, que es cuidadoso y delicado en su trato social, me dice: “Él no nos ha invitado”.  La señora de la casa se nota preocupada, parece que quiere decirnos algo, ya que ha venido donde nosotros en un par de ocasiones, vuelve  a salir y nos dice que por favor entremos, que en el  frente vive el señor Ángel Severo Cabral Ortiz,  connotado golpista, alto funcionario del depuesto gobierno ilegal de Reid Cabral y no quiere que nos vean a nosotros en su casa. La desinformación es completa. Nosotros tenemos el control militar de todo el país y hemos derrotado de manera aplastante a las fuerzas militares, muy superiores en número, armamentos y maquinarias de guerra que se nos oponían, ahora en fuga y descomposición, pero nadie lo cree. La ciudad está como muerta, todos creen que la infantería, los aviones, buques y tanques nos han derrotado, con excepción de la gente que está en el combate y en áreas cercanas, que en su mayoría permanecen en el área de la batalla. Nosotros somos de los pocos que han salido de esa zona. Para el resto de la ciudad nos han derrotado y temen las represalias que puedan tomar las derrotadas fuerzas golpistas de Wessin.
Mientras me curan le pido a Caamaño que llame a mi tía, su prima hermana Celeste Caamaño Mella que está cerca, en la calle Arzobispo Portes casi esquina calle El Número, donde viví por un tiempo. No contestaron el teléfono, pensé en la menor de  mis tías Margarita Caamaño de Hernández y tío Ramón, luchador por la causa del pueblo, que viven en San Carlos. Me preocupa ir allá porque no tengo el teléfono para llamar y Marte tendría que irse solo.
Como ya casi tenemos que irnos y Marte no nos invita a su casa, decido llamar por teléfono a doña María Burgos de Bidó, que es la madre de Rosa Adelina, somos novios desde 1962, a su casa en la calle Salomé Ureña esquina José Reyes y queda cerca de la casa de Marte en la misma calle. Le explico a doña María Burgos lo que nos está sucediendo y como ella conocía bien a Caamaño, porque yo había ido varias veces con él a visitar a su hija,  me dice con entusiasmo que fuéramos a dormir a su casa y le pido que nos guarde algo de comer. Nos despedimos, dando las gracias al médico y a su esposa y nos devolvemos a la calle Palo Hincado, porque queremos indagar en la Casa Pérez en la esquina de la avenida Independencia, por qué los soldados constitucionalistas que creíamos habían salido hacia el puente, al mando del mayor Núñez Noguera y el capitán Lachapelle Díaz, nunca llegaron a la batalla. Marte toca la puerta mientras Caamaño y yo estamos en guardia en la acera del frente. Tiene que tocar y llamar varias veces, identificándonos. Abren tres personas, entre ellas Héctor Aristy,  a quien Caamaño ni yo conocemos personalmente. Simultáneamente, junto a nosotros, aparecen de la oscuridad,  otras personas y nos informan que esa tarde combatientes constitucionalistas han atacado y tomado a una esquina de distancia en la calle Arzobispo Nouel con calle Espaillat a un camión blindado de los “Cascos Blancos” (tropas antimotines de la Policía Nacional), que habían muerto varios policías y que algunos heridos estaban en el hospital Padre Billini, también habían atacado dos furgonetas de los mismos policías en el Malecón. Las calles están completamente solas y a oscuras, en ese sitio encontramos a las únicas personas. Aristy le dice a Marte Hernández: “Ustedes tienen que esconderse, porque si los cogen los van a fusilar”. Estamos con otras personas en la acera del frente explicándole la victoria de la Batalla del Puente y no nos creen. Marte Hernández nos llama: “Vengan para que escuchen lo que está diciendo Héctor Aristy”. Cruzamos la calle y en la puerta de la escalera que lleva a la azotea de la Casa Pérez, donde está instalada una ametralladora, está Aristy, en compañía de dos militares y nos dice: “Ustedes tienen que buscar donde esconderse o asilarse, porque si los cogen los fusilan. Los oficiales que estaban aquí en la Casa Pérez se fueron a media mañana con casi todos los soldados y en el parque del barrio San Carlos un avión le arrancó una pierna al mayor Nogueras (Mayor Manuel Agustín Núñez Nogueras) y el otro, el capitán Lachapelle (Capitán Héctor Lachapelle Díaz) abandonó a los guardias, entregó sus armas a los tígueres del barrio a cambio de ropa de civil y ahora está escondido en San Carlos, vestido de mujer, para poder asilarse, porque la radio de San Isidro les da horas a todos ustedes, con sus nombres, para que se entreguen, si no los fusilan”. Otros afirmaron eso e insistieron en que nosotros teníamos que escondernos. Héctor Aristy dijo jactanciosamente: “Nos quedaremos los civiles a echar el pleito a falta de los militares”. Caamaño, molesto, le dice: “Nosotros acabamos de derrotar y destrozar a las tropas de Wessin en el Puente”. No le creen y nos dicen que los guardias y los tanques de Wessin entraron a la ciudad, ocuparon toda la parte alta, destruyeron a Radio Televisión Dominicana a la una de la tarde (13:00 horas).  Y los tanques aún se oyen operando hasta en la avenida Mella. No es en la avenida Mella; en el silencio de la noche, sin tránsito de vehículos ni personas, ni equipos de música, ni televisiones encendidos, parece que el movimiento de los tanques de guerra y algunos disparos en la zona del puente se oyen más cerca. Marte les explica que esos tanques que oyen “son nuestros, de unos veinte que entraron destruimos algunos y le capturamos todos los otros”. Todos sin excepción siguen incrédulos de lo que les dice Marte y nos recomiendan nuevamente que nos asilemos mientras podemos, porque Radio San Isidro dice que nos han derrotado y que se nos va a fusilar.
La emisora Radio San Isidro, que comenzó a funcionar el día 26, se origina en la sustracción por el señor Máximo Fiallo, confidente y alcahuete del golpista y genocida Wessin, quien se roba un equipo de transmisión de una estación comercial de radio que transmitía desde el hotel Jaragua y con este equipo instala una estación de radio ilegal en la Base Aérea con el nombre de Radio San Isidro, que transmitía propaganda completamente falsa sobre los triunfos militares del golpista y genocida general Wessin. Cuando fue sacada del aire Radio Televisión Dominicana, la única estación que quedó en Santo Domingo fue Radio San Isidro, -todas las demás no estaban funcionando por el estado de guerra- que pasó toda la tarde transmitiendo la Batalla del Puente y detallando los falsos triunfos militares de las tropas del general golpista y genocida Wessin y el comodoro traidor y genocida Rivera Caminero y la toma y ocupación de la ciudad de Santo Domingo por esas tropas, con el apoyo de tanques.
Me sorprende esa actitud, pero luego me siento molesto por su apego a una mentira creada por noticias totalmente falsas de una estación que ya en estos momentos ni siquiera está transmitiendo y por sus propios miedos y arraigada desconfianza en la grandeza del pueblo dominicano. No hablo con ninguno y le digo a Caamaño, quien también está molesto: “Vámonos, que nos esperan”. Nos vamos sin despedirnos. Mientras Aristy insistía en que debíamos asilarnos mientras podemos,  seguimos por la calle Palo Hincado, doblamos por la calle El Conde y por esa vía a la calle José Reyes, llegando a la esquina Salomé Ureña. No encontramos a nadie más en las calles. La gente estaba despierta, porque era temprano en la noche, 21:00 horas aproximadamente, pero todas las puertas y balcones están cerrados. La desinformación crea un miedo colectivo a las represalias de las fuerzas golpistas y genocidas de Wessin, que las creen victoriosas y no saben ni quieren creer que las hemos destrozado. Llegamos a la casa de la familia Bidó Burgos que como todas tiene las puertas y ventanas cerradas, tocamos, me identifico y Rosa Adelina abre inmediatamente, en la puerta está también su hermano el doctor José Bidó Burgos. Marte Hernández sigue solo hacía su casa, al pasar por la luz que salía por la puerta lo vi con los pantalones “saltacharco” y su fusil en bandolera. Bidó Burgos es médico, y a petición mía, ha acumulado medicamentos desde meses atrás. Saludamos, entramos y vamos directamente a la cocina, donde doña María está preparando un pollo, tomamos más agua. Les explicamos que hemos ganado, son las primeras personas que nos creen. Y a petición mía prepararon el baño para asearnos; a pesar de varios años visitando esa casa, es la primera vez que estoy en ese sitio, donde nos bañamos juntos. Se pone la mesa con bastante comida para nosotros dos y nos quedamos en ella, tomamos café, comemos dulce y comenzamos a narrar a la familia la Batalla del Puente Duarte. El doctor Bidó Burgos había dividido su habitación para instalar su consultorio y al lado tenía una pequeña cama y un armario. Se acordó que Caamaño dormiría en la cama del Doctor y yo en la camilla del consultorio de al lado.
Estamos eufóricos contando los detalles de la batalla. Cuando llegamos a hablar del periodista Luis Reyes Acosta, a quien Rosa Adelina conoce bien, porque ha sido empleada del Listín Diario desde antes de que este diario volviera a ser publicado en agosto de 1963 después de estar cerrado desde 1942. Preocupado, les pido que llame al diario, para saber si Luis ha salido vivo del combate. El teléfono está en el dormitorio principal de la casa donde duerme Rosa Adelina y su madre. Entró para telefonear y se comunica con Luis Reyes Acosta y me llama porque Luis quiere hablar conmigo. Le digo jocosamente que si no le pegaron un par de tiros y me dice que no, que él está bien, pero agregó: “Lo único malo es que mi reportaje que ya tengo listo, no se va a publicar, porque ellos tienen su propio reportaje que redactaron aquí a través de llamadas telefónicas, principalmente desde la Embajada norteamericana, y lo grave es que en él se dice que Wessin nos derrotó”. Me quedo asombrado y solo digo: “¡Cómo!”.  Y  me dice: “Sí, así mismo, que derrotaron a los constitucionalistas, y que Wessin entró y tomó la ciudad, según ellos y la Embajada Norteamericana”. Le pregunto que quienes están en el diario y me dijo que todos los jefes  y los dueños de la Editora y casi todo el personal. Era algo menos de las 22:00 horas.
Caamaño pide permiso para usar el teléfono, Rosa Adelina trae el teléfono a la mesa del comedor y lo conecta cerca. Llama de nuevo a sus familiares y pide permiso para dar ese número de teléfono a alguno de sus hermanos. Pudo comunicarse con su madre, con la cual habló brevemente y se indigna mucho cuando ésta le informa que le habían avisado que la iban a hacer presa y él le aconsejó que se cuidara, yéndose donde otros parientes. Ayudándonos de la guía telefónica, llamó a la Embajada de Colombia preguntando por el teniente coronel Hernando Ramírez y en otros sitios que le indicaban, sin lograrlo. Tampoco pudo comunicarse con el Presidente Provisional Molina Ureña, ni con otras personas ligadas al gobierno. Pidió permiso para dar el número de teléfono a otras personas. Cuando él terminó de hacer sus llamadas, le informé lo que estaba pasando en el Listín Diario y de inmediato decidió que fuéramos al periódico, llamo otra vez a Reyes Acosta y le informo que en cinco minutos estaríamos el coronel Caamaño y yo allá. Era cerca, el Listín Diario estaba en la calle 19 de Marzo, entre la calle Luperón y la calle Salomé Ureña.


Nadie cree que ganamos la Batalla. Extraído del libro de Claudio Caamaño "Caamaño Guerra Civil 1965".

Nadie cree que ganamos.
Llegamos al Parque Independencia y lo cruzamos a oscuras y totalmente solitario, hasta la calle Pina esquina Canela, subimos con dificultad, por la total falta de luz a la segunda planta, tocamos y tenemos que insistir llamando para que una persona nos conteste desde detrás de la puerta. Después que nos identificamos y decimos que hemos estado esa mañana allá, Caamaño le dice que quiere hablar con el teniente coronel Hernando Ramírez. Es una mujer la que habla y nos dice que no conoce a Hernando Ramírez. Hay más de una persona detrás de la puerta. Preguntamos si esa es la dirección correcta y si ahí vive don Vinicio Espinal. Nos dicen que sí, pero que no está allí en ese momento. Niega que  Hernando Ramírez  hubiera estado alguna vez en ese apartamento. Caamaño le dio las buenas noches y cuando bajábamos las escaleras nos encontramos con tres jóvenes que están a media escalera y han escuchado la conversación. Nos dicen que a quien estamos buscando está asilado en la Embajada de Colombia. Marte les preguntó incrédulo y ellos responden: “Porque nosotros lo llevamos”. Caamaño, inmediatamente les dice que si eran capaces de llevarle una nota a la embajada donde está asilado. Ya estamos en la calle y no tenemos ni papel ni lápiz, uno de los jóvenes toca a la puerta de una casa en frente y llama a una señora que conocía y le pide lo necesario para escribir y lo trae junto a un foco y Caamaño, apoyándose en la pared mientras le sostenía el foco, escribe una nota a Hernando Ramírez informándole que hemos derrotado completamente a las fuerzas de Wessin en la Batalla del Puente y lo cita para esa misma casa en la mañana temprano. Uno de esos muchachos se presenta como Fernando Pimentel (Vejé) del barrio de San Carlos. Cuando les vemos con la luz del foco parecen de diecisiete  a dieciocho años. Se fueron rápidamente a cumplir la misión y nosotros continuamos caminando por las calles a oscuras, todas las casas están cerradas. No es tarde, son un poco más de las 20:00 horas. Los tres estamos sedientos. Marte propone que lleguemos donde el doctor José Augusto García Fajardo, que había sido oficial médico de la Policía. Tenía su consultorio y domicilio cerca de donde estamos, en la calle Padre Billini, entre las calles Palo Hincado y Espaillat, en la acera sur. No hay nadie en las calles. Tocamos a la puerta de la casa del doctor García Fajardo, al identificarnos, abre y nos recibe junto a su esposa, doña María Johnson de García. Nos ven sorprendidos, sucios, con heridas, laceraciones y la ropa rota, armados de fusiles, pistolas, chalecos de cargadores, cuchillos y granadas. Al preguntarnos qué nos ha pasado, Marte comienza a explicar el combate y el doctor lo interrumpe diciéndonos: ¿Qué necesitan? Caamaño y yo respondimos al mismo tiempo: “agua”, rápidamente agotamos toda el agua fría que había en la nevera y cuando se acabó seguimos tomando agua con hielo. Estamos deshidratados. El médico cura primero las laceraciones de Caamaño, quien tiene más heridas y rasguños. Marte pide permiso para usar el teléfono, llama a su familia y Caamaño le apremia para que llame a oficiales militares comprometidos, que no sabemos nada de ellos.  Se comunica con algunas casas, pero sin poder hablar con ninguno. Yo también hago algunas llamadas, pude hablar con mi tío el mayor retirado Ricardo Caamaño, FAD, a quien le informo que derrotamos a Wessin y que lo que queda de ellos está en desbandada. Le pregunto por otros oficiales conocidos de él, no sabe decir, pues no los ve desde la tarde del día anterior, pero que va a averiguar. Le pido que llame a algunos contactos en San Isidro para averiguar lo que está pasando allá.  Le dimos el teléfono de donde estamos para que nos llame. Caamaño a su vez me indica que llame a otros oficiales, luego de  curado, sin camisa, hace varias llamadas, quiere saber de su esposa y sus hijos, no puede hablar con ellos, pero se comunica con Rafael Sánchez Tejeda, el cual le dijo que su familia está bien, pero que está en otra casa, sin decirle donde, porque cree que a ella la están persiguiendo. Rafael también informa que su casa ha sido allanada por orden del Jefe de la Marina, Rivera Caminero, cuya residencia se veía desde su casa, después que nosotros hemos salido. Caamaño se comunica con algunos de sus hermanos y otros parientes, pero no puede comunicarse con su madre, que no está en su casa.  Doña María limpia sangre, cose roturas y pone botones a la camisa de Caamaño.
Caamaño y yo no tenemos cómo irnos a su casa de la calle Pedro Livio Cedeño y estar temprano en la mañana con Hernando Ramírez, en la calle Pina esquina Canela. Mientras curan a Marte, nos sentamos en una pequeña galería junto a la calle, le digo que podemos dormir en casa de Marte, quien vive cerca, en la calle Salomé Ureña esquina avenida Duarte. Me dice que esperemos que Marte nos invite. Comentamos sorprendidos, el que tantos oficiales comprometidos no estén en sus casas y no acuden a la Batalla del Puente, que era la batalla decisiva, porque enfrentábamos al único grupo militar opuesto a la Constitución de 1963 y al regreso de Juan Bosch, y como todas las casas que hemos visto de la ciudad están cerradas, y con los pocos habitantes que hemos hablado, llenos de temor, con la excepción del doctor Marcelino Vélez y Lajara Burgos, no solo desconocen la victoria total de los constitucionalistas en la Batalla del Puente Duarte, sino que creen que Wessin nos ha derrotado y no nos creen lo que les decíamos.
Como tenemos que vernos al día siguiente temprano con Hernando Ramírez y luego rápidamente ir al Puente Duarte, le insisto: “Vamos a dormir a casa de Marte y Marianela (doña Marianela Báez de Marte), que está cerca”. Caamaño, que es cuidadoso y delicado en su trato social, me dice: “Él no nos ha invitado”.  La señora de la casa se nota preocupada, parece que quiere decirnos algo, ya que ha venido donde nosotros en un par de ocasiones, vuelve  a salir y nos dice que por favor entremos, que en el  frente vive el señor Ángel Severo Cabral Ortiz,  connotado golpista, alto funcionario del depuesto gobierno ilegal de Reid Cabral y no quiere que nos vean a nosotros en su casa. La desinformación es completa. Nosotros tenemos el control militar de todo el país y hemos derrotado de manera aplastante a las fuerzas militares, muy superiores en número, armamentos y maquinarias de guerra que se nos oponían, ahora en fuga y descomposición, pero nadie lo cree. La ciudad está como muerta, todos creen que la infantería, los aviones, buques y tanques nos han derrotado, con excepción de la gente que está en el combate y en áreas cercanas, que en su mayoría permanecen en el área de la batalla. Nosotros somos de los pocos que han salido de esa zona. Para el resto de la ciudad nos han derrotado y temen las represalias que puedan tomar las derrotadas fuerzas golpistas de Wessin.
Mientras me curan le pido a Caamaño que llame a mi tía, su prima hermana Celeste Caamaño Mella que está cerca, en la calle Arzobispo Portes casi esquina calle El Número, donde viví por un tiempo. No contestaron el teléfono, pensé en la menor de  mis tías Margarita Caamaño de Hernández y tío Ramón, luchador por la causa del pueblo, que viven en San Carlos. Me preocupa ir allá porque no tengo el teléfono para llamar y Marte tendría que irse solo.
Como ya casi tenemos que irnos y Marte no nos invita a su casa, decido llamar por teléfono a doña María Burgos de Bidó, que es la madre de Rosa Adelina, somos novios desde 1962, a su casa en la calle Salomé Ureña esquina José Reyes y queda cerca de la casa de Marte en la misma calle. Le explico a doña María Burgos lo que nos está sucediendo y como ella conocía bien a Caamaño, porque yo había ido varias veces con él a visitar a su hija,  me dice con entusiasmo que fuéramos a dormir a su casa y le pido que nos guarde algo de comer. Nos despedimos, dando las gracias al médico y a su esposa y nos devolvemos a la calle Palo Hincado, porque queremos indagar en la Casa Pérez en la esquina de la avenida Independencia, por qué los soldados constitucionalistas que creíamos habían salido hacia el puente, al mando del mayor Núñez Noguera y el capitán Lachapelle Díaz, nunca llegaron a la batalla. Marte toca la puerta mientras Caamaño y yo estamos en guardia en la acera del frente. Tiene que tocar y llamar varias veces, identificándonos. Abren tres personas, entre ellas Héctor Aristy,  a quien Caamaño ni yo conocemos personalmente. Simultáneamente, junto a nosotros, aparecen de la oscuridad,  otras personas y nos informan que esa tarde combatientes constitucionalistas han atacado y tomado a una esquina de distancia en la calle Arzobispo Nouel con calle Espaillat a un camión blindado de los “Cascos Blancos” (tropas antimotines de la Policía Nacional), que habían muerto varios policías y que algunos heridos estaban en el hospital Padre Billini, también habían atacado dos furgonetas de los mismos policías en el Malecón. Las calles están completamente solas y a oscuras, en ese sitio encontramos a las únicas personas. Aristy le dice a Marte Hernández: “Ustedes tienen que esconderse, porque si los cogen los van a fusilar”. Estamos con otras personas en la acera del frente explicándole la victoria de la Batalla del Puente y no nos creen. Marte Hernández nos llama: “Vengan para que escuchen lo que está diciendo Héctor Aristy”. Cruzamos la calle y en la puerta de la escalera que lleva a la azotea de la Casa Pérez, donde está instalada una ametralladora, está Aristy, en compañía de dos militares y nos dice: “Ustedes tienen que buscar donde esconderse o asilarse, porque si los cogen los fusilan. Los oficiales que estaban aquí en la Casa Pérez se fueron a media mañana con casi todos los soldados y en el parque del barrio San Carlos un avión le arrancó una pierna al mayor Nogueras (Mayor Manuel Agustín Núñez Nogueras) y el otro, el capitán Lachapelle (Capitán Héctor Lachapelle Díaz) abandonó a los guardias, entregó sus armas a los tígueres del barrio a cambio de ropa de civil y ahora está escondido en San Carlos, vestido de mujer, para poder asilarse, porque la radio de San Isidro les da horas a todos ustedes, con sus nombres, para que se entreguen, si no los fusilan”. Otros afirmaron eso e insistieron en que nosotros teníamos que escondernos. Héctor Aristy dijo jactanciosamente: “Nos quedaremos los civiles a echar el pleito a falta de los militares”. Caamaño, molesto, le dice: “Nosotros acabamos de derrotar y destrozar a las tropas de Wessin en el Puente”. No le creen y nos dicen que los guardias y los tanques de Wessin entraron a la ciudad, ocuparon toda la parte alta, destruyeron a Radio Televisión Dominicana a la una de la tarde (13:00 horas).  Y los tanques aún se oyen operando hasta en la avenida Mella. No es en la avenida Mella; en el silencio de la noche, sin tránsito de vehículos ni personas, ni equipos de música, ni televisiones encendidos, parece que el movimiento de los tanques de guerra y algunos disparos en la zona del puente se oyen más cerca. Marte les explica que esos tanques que oyen “son nuestros, de unos veinte que entraron destruimos algunos y le capturamos todos los otros”. Todos sin excepción siguen incrédulos de lo que les dice Marte y nos recomiendan nuevamente que nos asilemos mientras podemos, porque Radio San Isidro dice que nos han derrotado y que se nos va a fusilar.
La emisora Radio San Isidro, que comenzó a funcionar el día 26, se origina en la sustracción por el señor Máximo Fiallo, confidente y alcahuete del golpista y genocida Wessin, quien se roba un equipo de transmisión de una estación comercial de radio que transmitía desde el hotel Jaragua y con este equipo instala una estación de radio ilegal en la Base Aérea con el nombre de Radio San Isidro, que transmitía propaganda completamente falsa sobre los triunfos militares del golpista y genocida general Wessin. Cuando fue sacada del aire Radio Televisión Dominicana, la única estación que quedó en Santo Domingo fue Radio San Isidro, -todas las demás no estaban funcionando por el estado de guerra- que pasó toda la tarde transmitiendo la Batalla del Puente y detallando los falsos triunfos militares de las tropas del general golpista y genocida Wessin y el comodoro traidor y genocida Rivera Caminero y la toma y ocupación de la ciudad de Santo Domingo por esas tropas, con el apoyo de tanques.
Me sorprende esa actitud, pero luego me siento molesto por su apego a una mentira creada por noticias totalmente falsas de una estación que ya en estos momentos ni siquiera está transmitiendo y por sus propios miedos y arraigada desconfianza en la grandeza del pueblo dominicano. No hablo con ninguno y le digo a Caamaño, quien también está molesto: “Vámonos, que nos esperan”. Nos vamos sin despedirnos. Mientras Aristy insistía en que debíamos asilarnos mientras podemos,  seguimos por la calle Palo Hincado, doblamos por la calle El Conde y por esa vía a la calle José Reyes, llegando a la esquina Salomé Ureña. No encontramos a nadie más en las calles. La gente estaba despierta, porque era temprano en la noche, 21:00 horas aproximadamente, pero todas las puertas y balcones están cerrados. La desinformación crea un miedo colectivo a las represalias de las fuerzas golpistas y genocidas de Wessin, que las creen victoriosas y no saben ni quieren creer que las hemos destrozado. Llegamos a la casa de la familia Bidó Burgos que como todas tiene las puertas y ventanas cerradas, tocamos, me identifico y Rosa Adelina abre inmediatamente, en la puerta está también su hermano el doctor José Bidó Burgos. Marte Hernández sigue solo hacía su casa, al pasar por la luz que salía por la puerta lo vi con los pantalones “saltacharco” y su fusil en bandolera. Bidó Burgos es médico, y a petición mía, ha acumulado medicamentos desde meses atrás. Saludamos, entramos y vamos directamente a la cocina, donde doña María está preparando un pollo, tomamos más agua. Les explicamos que hemos ganado, son las primeras personas que nos creen. Y a petición mía prepararon el baño para asearnos; a pesar de varios años visitando esa casa, es la primera vez que estoy en ese sitio, donde nos bañamos juntos. Se pone la mesa con bastante comida para nosotros dos y nos quedamos en ella, tomamos café, comemos dulce y comenzamos a narrar a la familia la Batalla del Puente Duarte. El doctor Bidó Burgos había dividido su habitación para instalar su consultorio y al lado tenía una pequeña cama y un armario. Se acordó que Caamaño dormiría en la cama del Doctor y yo en la camilla del consultorio de al lado.
Estamos eufóricos contando los detalles de la batalla. Cuando llegamos a hablar del periodista Luis Reyes Acosta, a quien Rosa Adelina conoce bien, porque ha sido empleada del Listín Diario desde antes de que este diario volviera a ser publicado en agosto de 1963 después de estar cerrado desde 1942. Preocupado, les pido que llame al diario, para saber si Luis ha salido vivo del combate. El teléfono está en el dormitorio principal de la casa donde duerme Rosa Adelina y su madre. Entró para telefonear y se comunica con Luis Reyes Acosta y me llama porque Luis quiere hablar conmigo. Le digo jocosamente que si no le pegaron un par de tiros y me dice que no, que él está bien, pero agregó: “Lo único malo es que mi reportaje que ya tengo listo, no se va a publicar, porque ellos tienen su propio reportaje que redactaron aquí a través de llamadas telefónicas, principalmente desde la Embajada norteamericana, y lo grave es que en él se dice que Wessin nos derrotó”. Me quedo asombrado y solo digo: “¡Cómo!”.  Y  me dice: “Sí, así mismo, que derrotaron a los constitucionalistas, y que Wessin entró y tomó la ciudad, según ellos y la Embajada Norteamericana”. Le pregunto que quienes están en el diario y me dijo que todos los jefes  y los dueños de la Editora y casi todo el personal. Era algo menos de las 22:00 horas.
Caamaño pide permiso para usar el teléfono, Rosa Adelina trae el teléfono a la mesa del comedor y lo conecta cerca. Llama de nuevo a sus familiares y pide permiso para dar ese número de teléfono a alguno de sus hermanos. Pudo comunicarse con su madre, con la cual habló brevemente y se indigna mucho cuando ésta le informa que le habían avisado que la iban a hacer presa y él le aconsejó que se cuidara, yéndose donde otros parientes. Ayudándonos de la guía telefónica, llamó a la Embajada de Colombia preguntando por el teniente coronel Hernando Ramírez y en otros sitios que le indicaban, sin lograrlo. Tampoco pudo comunicarse con el Presidente Provisional Molina Ureña, ni con otras personas ligadas al gobierno. Pidió permiso para dar el número de teléfono a otras personas. Cuando él terminó de hacer sus llamadas, le informé lo que estaba pasando en el Listín Diario y de inmediato decidió que fuéramos al periódico, llamo otra vez a Reyes Acosta y le informo que en cinco minutos estaríamos el coronel Caamaño y yo allá. Era cerca, el Listín Diario estaba en la calle 19 de Marzo, entre la calle Luperón y la calle Salomé Ureña.