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VIENTO SUR
Impuestos
para los pobres
21
DE FEBRERO DEL 2014
VERACENTO SOCIAL
Mientras con una frecuencia casi anual los últimos gobiernos han hecho aprobar
“reformas fiscales”, esencialmente impuestos al consumo que limitan la
capacidad de compra de la mayoría de los dominicanos, el director de Impuestos
Internos, Guarocuya Félix, se lamenta con sobrada razón de que la presión
tributaria no aumenta porque las exenciones a las grandes empresas constituyen
la contrarreforma que seca la arcas del Estado.
Guarocuya habla más apegado a la
disciplina y el ejemplo que aprendió de su padre, el siempre recordado amigo
Cucho Félix, que a la jerga partidaria de ocultar la verdad para quedar bien y
encubrir responsables.
Con toda la seriedad y la integridad
moral que lo caracteriza, Guarocuya tendrá que seguir quejándose de que en
lugar de aprobar una reforma fiscal que cobre impuestos según el volumen de
ganancias, el país seguirá haciendo parches “oportunos” para cobrar más
elevadas tasas a quienes compran alimentos, combustibles, adquieren servicios y
una amplia gama de impuestos al consumo de los millones de dominicanos que
ganan algunos pesitos cada día o se los mandan sus familiares del exterior.
Por eso cuando un jornalero aborda un
motoconcho en Los Jobitos, Baní, para ir a procurar asistencia médica al
hospital Nuestra Señora de Regla, tiene que pagar 150 pesos de pasaje sin saber
que de esos cerca de 70 pesos serán entregados al gobierno cuando el
motociclista compre un galón de gasolina regular.
Lo mismo pasa cuando un infeliz compra
una tarjeta de llamada telefónica prepagada de cien pesos. Desde que la
introduce en su aparato celular o de la casa, ya van 30 pesos de impuestos.
En el mismo país –aunque cualquiera pensaría
que es en Burkina Faso- los empresarios de la energía eléctrica, de la minería,
el transporte y otros, reciben exoneraciones anuales por miles de millones de
pesos para importar combustibles para sus actividades empresariales, no de
filantropía.
Es
sencillo de entender: el motoconchista que pague impuestos al comprar gasolina;
el generador eléctrico que no pague nada y como si fuera poco que también
reciba una parte sustanciosa de los casi 65,000 millones de pesos anuales que
entrega el gobierno en subsidio al “sector eléctrico”.
El mismo Guarocuya advierte que no hay
señales de cambio porque “en este momento tenemos (el país, no él) una
contrarreforma en ciernes que no vemos como reforma fiscal, es la ampliación de
la ley de zonas francas, la de incentivo a la ley de Proindustria y la Ley
28-01 (De incentivos a la inversión en la frontera), lo que implica una mayor
pérdida tributaria”.
Ese es el camino directo para seguir
con un modelo de “crecimiento económico” dominicano que solo favorece a un grupito
de la población, ahorca a la clase media y eterniza en la pobreza a millones de
seres humanos como acaba de demostrar un reciente estudio del Banco Mundial.
La
realidad no puede ser más elocuente: Mientras el PIB per cápita de República
Dominicana aumentó 50 por ciento entre el año 2000-2011, el promedio de América
Latina y el Caribe solo subió 26%.
Cualquiera contrataría los servicios de
los “genios” dominicanos que lograron ese milagro si no se supiera que “solo el
2% de los dominicanos salieron de la pobreza en comparación con el 40% de los
latinoamericanos pobres”, como descubrieron los técnicos del Banco Mundial.
Pero como aquí todo se resuelve
disponiendo de jueces y de dinero para repartir migajas entre los clientes de
hoy que antes eran electores, nada de eso corre peligro para sus patrocinadores
y la recua de tontos que vivimos embelesados ante sus payasadas cotidianas.
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