viernes, 28 de febrero de 2014

Impuestos para los pobres




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VIENTO SUR 


Impuestos para los pobres

21 DE FEBRERO DEL 2014

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ACENTO SOCIAL


Mientras con una frecuencia casi anual los últimos gobiernos han hecho aprobar “reformas fiscales”, esencialmente impuestos al consumo que limitan la capacidad de compra de la mayoría de los dominicanos, el director de Impuestos Internos, Guarocuya Félix, se lamenta con sobrada razón de que la presión tributaria no aumenta porque las exenciones a las grandes empresas constituyen la contrarreforma que seca la arcas del Estado.
Guarocuya habla más apegado a la disciplina y el ejemplo que aprendió de su padre, el siempre recordado amigo Cucho Félix, que a la jerga partidaria de ocultar la verdad para quedar bien y encubrir responsables.
Con toda la seriedad y la integridad moral que lo caracteriza, Guarocuya tendrá que seguir quejándose de que en lugar de aprobar una reforma fiscal que cobre impuestos según el volumen de ganancias, el país seguirá haciendo parches “oportunos” para cobrar más elevadas tasas a quienes compran alimentos, combustibles, adquieren servicios y una amplia gama de impuestos al consumo de los millones de dominicanos que ganan algunos pesitos cada día o se los mandan sus familiares del exterior.
Por eso cuando un jornalero aborda un motoconcho en Los Jobitos, Baní, para ir a procurar asistencia médica al hospital Nuestra Señora de Regla, tiene que pagar 150 pesos de pasaje sin saber que de esos cerca de 70 pesos serán entregados al gobierno cuando el motociclista compre un galón de gasolina regular.
Lo mismo pasa cuando un infeliz compra una tarjeta de llamada telefónica prepagada de cien pesos. Desde que la introduce en su aparato celular o de la casa, ya van 30 pesos de impuestos.
En el mismo país –aunque cualquiera pensaría que es en Burkina Faso- los empresarios de la energía eléctrica, de la minería, el transporte y otros, reciben exoneraciones anuales por miles de millones de pesos para importar combustibles para sus actividades empresariales, no de filantropía.
Es sencillo de entender: el motoconchista que pague impuestos al comprar gasolina; el generador eléctrico que no pague nada y como si fuera poco que también reciba una parte sustanciosa de los casi 65,000 millones de pesos anuales que entrega el gobierno en subsidio al “sector eléctrico”.
El mismo Guarocuya advierte que no hay señales de cambio porque “en este momento tenemos (el país, no él) una contrarreforma en ciernes que no vemos como reforma fiscal, es la ampliación de la ley de zonas francas, la de incentivo a la ley de Proindustria y la Ley 28-01 (De incentivos a la inversión en la frontera), lo que implica una mayor pérdida tributaria”.
Ese es el camino directo para seguir con un modelo de “crecimiento económico” dominicano que solo favorece a un grupito de la población, ahorca a la clase media y eterniza en la pobreza a millones de seres humanos como acaba de demostrar un reciente estudio del Banco Mundial.
La realidad no puede ser más elocuente: Mientras el PIB per cápita de República Dominicana aumentó 50 por ciento entre el año 2000-2011, el promedio de América Latina y el Caribe solo subió 26%.
Cualquiera contrataría los servicios de los “genios” dominicanos que lograron ese milagro si no se supiera que “solo el 2% de los dominicanos salieron de la pobreza en comparación con el 40% de los latinoamericanos pobres”, como descubrieron los técnicos del Banco Mundial.
Pero como aquí todo se resuelve disponiendo de jueces y de dinero para repartir migajas entre los clientes de hoy que antes eran electores, nada de eso corre peligro para sus patrocinadores y la recua de tontos que vivimos embelesados ante sus payasadas cotidianas.

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