viernes, 25 de octubre de 2013

Visita al Listín Diario. Extraído del libro de Claudio Caamaño "Caamaño Guerra Civil 1965".

Visita al Listín Diario
Llegamos, tocamos la puerta y abrió un cabo de la Policía, que se impresiona, sin decir nada, solo saluda militarmente, al vernos armados de fusiles automáticos, 10 cargadores o más, pistolas y granadas. Luis estaba bajando las escaleras. Saludamos y subimos con él a la segunda planta. Nos llevó a un despacho muy amplio donde nos recibió Carlos Alberto Ricart (Baby), quien era el presidente de la editora y conocía a Caamaño desde niño, pues habían sido vecinos. El señor Ricart nos saludó con mucho afecto. Había unas ocho o diez personas, entre ellos Rogelio Pellerano. Nos informaron que Moisés Pellerano había sido herido en un hombro por una bala perdida y había sido operado, cuando esa tarde estaba en la azotea del edificio del periódico tratando de observar la Batalla del Puente. El director, Rafael Herrera, nos saludó atentamente, a mí con un abrazo; mi padre, amigo suyo, me lo presentó varios años antes en la cercanía del periódico El Caribe, al final de la calle El Conde, donde él trabajaba. También estaba el señor Francisco Comarazamy o su hermano. Nos ofrecieron un tratamiento cordial. Era un ambiente tenso, ficticio. Pensé que ese comportamiento alterado tenía su explicación en que eran personas de paz y trabajo, afectadas por la fuerza de los hechos en una situación de guerra. Caamaño felicita al valiente y veraz reportero, único periodista dominicano o extranjero en la Batalla del Puente, e insiste que es un joven valiente hasta la temeridad y felicita también al Listín Diario por tener un reportero con tales condiciones. El director, Rafael Herrera, dice: “Quiero oír la versión del coronel Francisco Caamaño, para tener el honor de publicar la información de primera mano y en exclusiva”. Trajeron otro taquígrafo, ya en la oficina había uno y varias personas con grabadoras, Caamaño narraba los hechos mientras dos o más fotógrafos tomaban fotos. Les hacían preguntas, principalmente Rafael Herrera. Como Luis Reyes Acosta y yo conocíamos todo lo que Caamaño narraba, fuimos a otra oficina y me mostró su reportaje de guerra, lo encontré magnífico.  Me informó que el reportaje que hicieron en el periódico estaba basado en las informaciones telefónicas de la Embajada Norteamericana y que los numerosos periodistas que llamaban desde el extranjero al periódico Listín Diario, la mayoría remitidos por la misma Embajada hacia el periódico, a los que  se les daba solamente las informaciones que había suministrado la Embajada de Estados Unidos. Luis también me dice que la Embajada Norteamericana informó al Listín de que casi todo el Gobierno Provisional, incluido el Presidente Molina Ureña y numerosos militares, están asilados en diferentes embajadas desde principios de la tarde, en un número que según ellos puede llegar a cientos. Caamaño me mandó a buscar para aclarar algunos hechos de la batalla. Esa oficina estaba muy iluminada y todos pendientes de lo que Caamaño o yo narrábamos. Conocía a don Baby Ricart porque Emerson y yo habíamos sido compañeros de estudios en el mismo curso y amigos de su hijo Alfredo Arturo Ricart Pellerano en el colegio de La Salle. Con Rafael Herrera en ocasiones tomaba café en casa de doña María Burgos de Bidó. Terminó la entrevista y como había trabajadores, periodistas y otros que no estuvieron en ésta y a través de Reyes Acosta conocían que Caamaño fue el Comandante Militar de esa victoria del pueblo dominicano, querían saludarlo y otros conocerlo. Le pedí que pasara a saludar, lo cual hizo y fuimos saludando hasta los talleres  en compañía de los funcionarios y dueños del periódico. Nos despidieron amablemente. Tan pronto nos encontramos en la calle, totalmente a oscuras, puertas y ventanas cerradas, nadie en las mismas, guié a Caamaño al centro de la calle; porque las paredes oyen, y le digo en voz baja lo que Luis Reyes Acosta me informó; que la Embajada norteamericana le daba noticias sobre la guerra al periódico Listín Diario. Y el Listín a su vez daba esta misma noticia a los periodistas extranjeros que llamaban. Muchos de estos primero llamaban a la Embajada, desde donde les recomendaban que llamaran al Listín Diario. Se trataba de una manipulación vulgar de la verdad de los hechos.
 Ya en la casa de la calle Salomé Ureña esquina calle José Reyes, comentamos lo que estaba sucediendo en el Listín Diario y Rosa Adelina y su hermano, el doctor Bidó Burgos, nos dicen que lo mismo podría estar sucediendo en el otro diario de la Capital; El Caribe, que estaba en la calle El Conde esquina Las Damas, separado por el ancho de la calle, de la Fortaleza Ozama. La Policía de esa fortaleza había combatido en la calle Padre Billini y en el Malecón, teniendo un saldo de numerosos muertos y heridos. Nos quedaba relativamente lejos para ir Caamaño y yo a pie al diario El Caribe, en medio de la oscuridad de la noche, que podía estar llena de peligros. Decidimos llamar a El Caribe. Cuando levantaron el teléfono me identifico como el primer teniente Claudio Caamaño Grullón, P.N. ayudante del coronel Francisco Caamaño Deñó F.A.D., comandante de las Fuerzas Constitucionalistas que derrotaron total y aplastantemente a las tropas del general golpista y genocida Elías Wessin y Wessin en la Batalla del Puente Duarte, y necesitamos hablar con el director del periódico. Me informa que el director, Germán Emilio Ornes Coiscou se encontraba en el extranjero. Le solicito que me comunique con quien fuera el jefe en ese momento. Me pide que espere y un poco después oí una voz agitada, que decía: “Soy  Radhamés Gómez Pepín, en estos momentos soy el encargado del periódico. Dígame”. Le repito la información de que habíamos derrotado aplastantemente las tropas del golpista Wessin. Y Me dijo que no creía esa información, porque ellos habían observado desde el local del periódico cuando la infantería, jeep, camiones y otros vehículos cruzaron el Puente Duarte y luego los tanques acompañados de tropas a pie habían cruzado el puente sin aparente oposición. Le expliqué que esos que cruzaron el puente habían sido derrotados por nosotros, y que también capturamos a  todos los tanques de guerra que cruzaron. Me contesta, negando lo que le decía, que mis informaciones son interesadas y que a él le era muy difícil creer eso, porque él tenía informaciones totalmente diferentes, de una fuente muy acreditada. Le digo que de seguro esa fuente era la misma que la del periódico Listín Diario: la Embajada de Estados Unidos, a pesar de que el único periodista que estuvo en el frente de la Batalla del Puente Duarte fue Luis Reyes Acosta  del Listín Diario, pero si no hubiésemos ido al Listín Diario, donde Caamaño le narró cómo había sido la Batalla, iban a publicar que nos derrotaron, siguiendo solo las informaciones de la Embajada Norteamericana y no la de su periodista. Me pareció sorprendido, me dice que ellos no enviaron reportero a la Batalla del Puente, porque había mucho peligro y estaban disparando desde muchos sitios,  y nos invitó a que fuéramos también al periódico El Caribe, para dar las declaraciones. Le digo que no iríamos porque: “Ustedes están en el alero de la Fortaleza Ozama”, pero que por teléfono podíamos hablar lo que él quisiera, que le aseguraba que lo que quedaba de las tropas golpistas que entraron a la ciudad, estaban a esa hora cruzando el río como pudieran: huyendo. Lo puse a hablar con Caamaño quien le hizo brevemente las mismas declaraciones que al Listín Diario.
Seguimos haciendo llamadas, queriendo confirmar algunas informaciones que nos dieron en el Listín Diario, sobre todo las que me dio Luis Reyes Acosta. Llamé de nuevo al tío Ricardo Caamaño, quien dijo que no encontraba a ninguno de los oficiales constitucionalistas que él se había propuesto localizar. Que en San Isidro creían que les habíamos envenenado el agua que iba desde Santo Domingo y que les quitamos la corriente eléctrica. En el hospital militar de San Isidro se habían acabado las pijamas porque las tomaban los muchos desertores que no tenían ropa de civil en la Base Aérea.
Nos fuimos dando cuenta, que casi los únicos que seguíamos en la lucha por la Constitución de 1963 y el regreso de Juan Bosch a la Presidencia de la República, éramos los pocos militares y dos policías que con una gran parte del pueblo habíamos combatido y triunfado en el Puente. Para todos los demás: políticos, militares, y el resto de la ciudad, habíamos sido vencidos. Caamaño, que asimiló rápidamente esta desconcertante situación, llamó a amigos, conocidos y militares comprometidos para informarlos de nuestra victoria, mientras fumábamos y tomábamos café en la mesa del comedor.  Pudimos hablar con algunos parientes y amigos, pero con un solo militar comprometido, por lo que calculamos que los pocos oficiales, clases y alistados que no habíamos desertado del Movimiento Constitucionalista, éramos muy pocos. Caamaño me ordenó que tomara nota de los siguientes ascensos militares y reintegraciones en el nuevo Ejército Militar Constitucionalista: Manuel Montes Arache, de capitán de corbeta a coronel; Juan María Lora Fernández, de mayor a coronel;  Fabio Chestaro reintegrado como mayor y ascendido a coronel; Gerardo Marte Hernández, reintegrado como  teniente coronel ascendido a coronel; Claudio Caamaño, de primer teniente a mayor, y póstumo Elías Bisonó Mera de teniente a mayor. Y todas las clases y alistados ascendidos en los rangos inmediatos superiores. Cuando Rosa Adelina y yo le preguntamos: ¿por qué si él ascendía a todos los militares que combatieron heroicamente en la Batalla del Puente, por qué él, que fue el comandante que dirigió y combatió en la batalla no se ascendía a general? contestó: “El grado de general voy a proponer que sea eliminado del escalafón de las Fuerzas Armadas dominicanas, porque los generales históricamente han hecho padecer los peores horrores a los dominicanos. Es un grado nefasto; nunca seré general”.  
Nos acostamos un poco después de la medianoche y aunque estábamos cansados, estropeados y yo con sueño atrasado, Caamaño quería hablar. Estábamos acostados con ropa, solo nos quitamos los zapatos, en la misma habitación, pero separados por una división de cartón piedra y la puerta abierta. Caamaño decía: “Primo, yo sé que te estás durmiendo, pero necesito hablar”. Comenzó a hablarme con una profunda admiración de los combatientes de la Batalla del Puente, pero sobre todo de los civiles; mujeres y hombres, jóvenes y algunos casi niños. Me contaba anécdotas, cosas que él vio; para él y para mí también era una situación totalmente nueva, pero él la veía más claramente, en el sentido de que ese pueblo, en su mayoría gente sencilla de ciudades, pueblos y campos, cómo esas dominicanas y dominicanos se habían agigantado ante el embate de tropas especializadas, infantería, aviones, cañones, barcos y tanques de guerra, y los habían derrotado. Vivió y disfrutó aquello, y Caamaño que era un tipo brillante e inteligente, que yo creía conocer a cabalidad, me sorprendía por la agudeza y rapidez con que podía entender una situación tan compleja en que estábamos y sacar conclusiones correctas. Sin orientación de nadie veía, razonaba,  entendía y actuaba con acierto preciso. Asimiló muy bien aquella clase de lucha que hizo el pueblo dominicano. Sintió a partir de ese día, aún mucho más admiración por nuestro pueblo. Aunque yo le protestaba, porque la noche anterior no había podido dormir, y me dormía  y él me despertaba, me impresionó particularmente cuando me dijo: “¡Primo, atiéndeme! Óyeme bien lo que te voy a decir, desde hoy en adelante tú y yo no tenemos jefes, a partir de ahora, nuestro pueblo será nuestro único jefe, este pueblo se merece un mejor destino. He descubierto el valor y la grandeza del pueblo dominicano. Yo había sido hasta hoy un ignorante, un equivocado”. Se puso tan dramático al decir estas frases que yo me desperté completamente al oírlo. Me dijo: “¡Primo, prométeme que nosotros jamás volveremos a  ser serviles de los grupos de poder de este país!”. Me pareció un momento tan solemne que le respondí: “Lo prometo” y él repitió igual: “¡Lo prometo!”.
Tenía plena conciencia de la importancia histórica en la increíble victoria del pueblo dominicano, inspirado y dirigido por él, iniciaba la liberación dominicana de los opresores y explotadores extranjeros y de sus serviles opresores y explotadores nacionales.
Me dormí casi sin darme cuenta, mientras Caamaño hablaba, y él me dejó dormir. Doña María me llamó pasadas las 03:00 horas para decirme que nos llamaban por teléfono, fui al teléfono, y una persona que no se me identificó, aclaró que no era conmigo, sino con el coronel Caamaño con quien quería hablar. Caamaño estaba despierto y le dije que era a él que lo llamaban, cuando terminó me informó, haber hablado con alguien de parte de el teniente coronel Nene Tejada F.A.D (Luis Carlos Tejada González) quien había sustituido al jefe del Movimiento en la Fuerza Aérea; general retirado Santiago Rodríguez Echevarria F.A.D. (Chaguito) ex jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea.  Le informó que en San Isidro estaba aterrizando desde un poco antes de las 02:00 horas, cada seis minutos un avión de transporte militar norteamericano, que descargaba tropas y equipos de ese país. Esas fuerzas militares extranjeras que habían sido pedidas por el general Elías Wessin y Wessin a las 18:30 horas y luego por el teniente coronel Pedro Bartolomé Benoit F.A.D., presidente de una Junta Militar de Gobierno creada por Wessin a las 20:00 horas.
Nos acostamos, Caamaño comenzó a hacer algunas cavilaciones en voz alta y preguntas a mí sobre eso, pero me dormí.


1 comentario:

  1. Waoo, tamaña historia! Me acuerdo cuando tio Moisés fue herido y llevado a la Clínica Abreu. Hizo de la bala un dije, y lo llevaba en su llavero siempre.

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