El sábado 2 de febrero García Germán llevó a Federico Lalane José, éste le
informó a Bosch que Caamaño estaba en el país. Bosch negó que Caamaño estuviera
en el país con una serie de argumentos vacuos.
07 DE
FEBRERO DEL 2013
Archivo Acento.com.do
VERACENTO SOCIAL
Manuel Ramón García Germán y yo éramos los encargados de la seguridad de
Juan Bosch desde su regreso de Europa, en 1970. García y yo estábamos de
servicio permanentemente. Fue entonces cuando se intentó camuflar a Bosch con
una peluca que no pudo usar debido a la crecida circunferencia de la
testa.
Sólo la lealtad de personas como Bienvenido Corominas Pepín, Ramón Vila
Piola, Carlitos Ascuasiáti, José Joaquín Puello, José Delio Guzmán padre y
otros amigos, permitió que Bosch durmiera uno o dos días en casa de cada uno de
ellos, hasta que se enteró don Ernesto Vitienes, gran amigo de Bosch, y le
cedió el apartamento del segundo piso de la calle Cesar Nicolás Penson, que
entonces tenía el número 60.
Todos sabíamos que estaba en Cuba Francisco Alberto Caamaño Deñó, último
militar que encabezó la resistencia a una invasión norteamericana en América,
Llegaban noticias sobre su entrenamiento con el fin de realizar una expedición
contra el gobierno de Joaquín Balaguer, impuesto por el imperialismo.
Los acontecimientos de finales de 1972 permitían pensar que en cualquier
momento podían llegar Caamaño y sus hombres.
Las noticias, consejas, mentiras y comentarios llenos de falsedades,
corrían de manera subterránea entre quienes teníamos que estar informados.
El sábado 2 de febrero García Germán llevó a Federico Lalane José, éste le
informó a Bosch que Caamaño estaba en el país.
Bosch negó que Caamaño estuviera en el país con una serie de
argumentos vacuos.
Esa misma mañana, Bosch me mandó a informar la presencia de Caamaño,
interrumpí a García y comenté: pues ahora si nos jodimos tú y yo. Nadie creerá
que no sabíamos el día que Francis llegaría.
La madrugada del 3 de febrero tomé el teléfono al primer timbrazo. La voz
identificaba a la persona: me dijo: el Coronel Caamaño desembarcó por Azua con
8 hombres, para que lo informe. Se trataba de uno de los altos oficiales que
participaba con el Presidente Balaguer en la reunión que se celebraba en ese
momento en el Palacio Nacional.
Durante los 14 días siguientes Bosch no sólo negó la presencia de Caamaño y
su grupo en el país sino que engañó al pueblo con un cuento triste y malsano
que incluye su supuesta “clandestinidad”. Su acuerdo con Balaguer era constante
y de lazos fuertes que usó su credibilidad para engañar al pueblo.
Durante su “clandestinidad” los agentes de Balaguer anillaban los sitios
donde se movía Bosch para protegerlo. Aún viven muchos de esos agentes que
protegieron a Bosch durante su “clandestinidad” en la cual cogió de pendejos a
un grupo de hombres que no merecía ese otro engaño, pero de eso hablaremos otro
día.
Esto, a propósito de los 40 años del asesinato de Francis.
Bonaparte Gautreaux P.
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