lunes, 2 de diciembre de 2013

Testimonio del 1J4 de José Daniel Ariza C.

Por ANGELA PEÑA 
30 noviembre, 2013 2:00 am

Fue el jefe máximo de la guerrilla de Manaclas, incluido del líder Manuel Aurelio Tavárez Justo, pues este “no era un guerrero, no se atrevía a matar”. Le protegió cuando lo dejaron solo los llamados “comandante”, “práctico” y “fuerza de choque”, abandonándolo a su suerte “con los enfermos y derrotados”.
Le aconsejó no entregarse aun cuando otros revolucionarios recomendaban lo contrario. “Manolo, te acompaño hasta mi muerte, pero con mis armas en las manos, yo no me rindo”, le decía.
José Daniel Ariza Cabral es un rebelde entrenado en Cuba, discípulo de Ernesto Che Guevara e interlocutor de largas horas de charlas con Fidel Castro. Catorcista de siempre y alguna vez del MPD de Máximo López Molina, no tiene reparos en delatar traidores, infiltrados, abusadores sexuales que aprovecharon la simpatía que despertaban en las chicas para seducirlas, mentirosos, agentes de la CIA y temerarios indisciplinados de ese movimiento que, a su juicio, fue la condena a muerte de su capitán político.
“Manolo era la única pieza que buscaban, por eso el gobierno y los militares lo dejaron que se alzara en la montaña, nos empujaron, nos abrieron los caminos”, declara.
No solo acusa a la oficialidad de haberlo engañado. También a simpatizantes, seguidores, amigos.
Niega que existiera resistencia urbana, como informaron a Tavárez Justo y denuncia por sus nombres a quienes lo embaucaron con esa seguridad. “No sé por qué Manolo creyó eso hasta el punto de irse a la loma, porque ocurrió un hecho que debió haberle dado la oportunidad de saber que esos eran unos mentirosos”, significó.
Contó que cuando dieron el Golpe de Estado contra Juan Bosch, este grupo, al que llama “la infraestructura”, aseguró a Manolo que tenían un equipo de protección que no podía fallar y le entregaron números de teléfonos, garantizándole que “con una llamada lo llevarían a un sitio seguro. Todo era falso, y a partir de ese momento él debía imaginar que con lo otro también lo estaban engatusando”, exclamó.
Afirma que entonces él también preguntó por el apoyo en la ciudad y los pueblos “pero en mi caso no importaba, yo era un fusil más, pero Manolo era diferente, Manolo era el líder. Yo nunca he podido explicarme esa mentira”.
En 1963, cuando se produjo el levantamiento en Manaclas, José Daniel consideró, y todavía lo entiende así, que la insurrección fue “una inocentada”, “una bobada”. “La infraestructura no pensó nunca en guerra de guerrillas, lo que pensaron fue que llevando 200 hombres armados a la montaña, el Departamento de Estado se iba a asustar y para evitar otro Fidel, otra Cuba, iba a dar un contragolpe”.
Añade que “los componentes de los diferentes focos no estaban preparados para la guerra, en su mayoría eran políticos. Es Polo Rodríguez, el mayor dirigente de la infraestructura, quien lo dice, que eso no iba a durar mucho, que se iba a producir un contragolpe e iban a llamar al 14 de Junio a pactar con ellos, los 29 de la infraestructura, Polo y Fidelio Despradel, entre ellos”.
Había que ser “muy inocente o completamente ignorante para no haber entendido que el Golpe de Estado fue dirigido por el imperio”, sostiene. Y agrega en cuanto a la guerrilla: “Lo sabía el ejército, la policía, los bomberos, los limpiabotas, eso era público, pero ellos creían que estaban confundiendo a todo el mundo. Días antes del lanzamiento apresaron a Daniel Ozuna, que estaba al servicio de las Fuerzas Armadas; hicieron preso a Leandro Guzmán ¿y qué les encuentran en los allanamientos? Un mapa con los puntos marcados de donde iba a actuar cada foco, quiénes iban a ser los comandantes y quiénes los combatientes ¿y entonces? No cambió nada. ¿Cómo uno explica eso?”.
Relata que no cuestionó ninguna decisión porque es un hombre de armas y su misión era guerrillear, cuidar a Manolo, protagonista de aquel suceso de quien habla con veneración y respeto. A lo que se negó fue a ir en el frente de Polo Rodríguez, al que querían asignarlo.
“¿Ustedes se están volviendo locos?”, reaccionó, y expresó: “Yo voy donde va Manolo porque es la guerrilla que van a atacar y él es quien debe estar protegido ¿qué iba yo a buscar con Polo?”.
Además, él no se llevaba bien con este combatiente, confiesa, desde que estuvieron entrenándose en Cuba, donde no “empataron”. “No sé, no estábamos de acuerdo en las conversaciones, él era un teórico”, manifiesta y narra intimidades del revolucionario que le confió Luis Genao, “el inseparable de Polo y de Fidelio”, afirma.
De Genao se ha dicho que era un infiltrado pero Ariza declara: “No me atrevo a decir nada, no tengo pruebas, sé que era un extremista respecto a lo que debe ser un revolucionario”. Refiere de él presuntas conductas censurables con damas del Partido, según le han contado, y su presencia en sitios de dudosa reputación a los que supuestamente acudía con Polo Rodríguez cuando debían estar trabajando por la causa. Esto último se lo comunicó Genao a Ariza cuando compartían una celda en La Victoria.
Protagonista de la historia reciente. José Daniel Ariza es la historia andante de la política dominicana desde los inicios de la dictadura de Trujillo. Aunque comenzó a ser testigo y actor de acontecimientos trascendentes en 1959, conoce los hechos precedentes por su padre, víctima de Trujillo que fue torturado y desaparecido en la ergástula de Nigua. Es sobrino de Máximo Cabral, héroe de La Barranquita, y descendiente de connotados desideristas y horacistas. En la cárcel de El 9, donde le torturaron hasta perder la conciencia en 1960, asesinaron a su hermano Rafael cuyo cadáver lanzaron al mar Caribe.
Nacido en Tamboril, el 30 de mayo de 1927, estuvo en las negociaciones de Máximo López Molina y Ramfis Trujillo en Boca Chica, en 1961, pero ya dos años antes había acompañado a Juan Tomás Díaz en Constanza por lo que vivió lo acontecido en la incursión de junio de 1959 “desde que llegó el avión hasta que Delio se entregó el 11 de julio”.
Sabe tanto del hecho que cuando le presentaron a Gómez Ochoa le increpó: “Comandante, su libro está lleno de falsedades”. Prepara una obra sobre el desembarco por Constanza, ha viajado a Cuba y estuvo trabajando años en ella porque tiene “un compromiso con la historia”. Piensa que la investigación fue la causa de un derrame cerebral que sufrió el pasado mes de mayo, del que se recuperó. El Archivo General de la Nación publicará sus “Memorias de un revolucionario”.
En prolongadas sesiones para HOY, Ariza reveló pormenores del suceso personal en que se vio involucrado en 1991 por el que mató a un hombre e hirió otro y ofreció revelaciones de todos los acontecimientos políticos en que ha participado, en los que surgen infinidad de nombres de otros implicados.
Dice que es “belicoso” pero no criminal y tiene coraje para señalar como “grandes bandidos” a quienes se presentan como héroes. No alardea más que de sus grandes conocimientos de guerrillero y sobre la cordillera Central y no lamenta que todavía le persiga el epíteto de “comunista” y el rechazo de muchos trujillistas porque lleva los mismos nombres y apellido de su padre.
“Cuando llegué de Cuba a todos los despacharon del aeropuerto, menos a mí. La CIA sabía que yo me había reunido cuatro o cinco veces con Fidel. Todavía no me dan visa americana y se lo agradezco: a mí no me interesa”.


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