Por ANGELA PEÑA
30 noviembre, 2013 2:00 am
Fue el jefe máximo de la guerrilla de
Manaclas, incluido del líder Manuel Aurelio Tavárez Justo, pues este “no era un
guerrero, no se atrevía a matar”. Le protegió cuando lo dejaron solo los
llamados “comandante”, “práctico” y “fuerza de choque”, abandonándolo a su
suerte “con los enfermos y derrotados”.
Le aconsejó no entregarse aun cuando
otros revolucionarios recomendaban lo contrario. “Manolo, te acompaño hasta mi
muerte, pero con mis armas en las manos, yo no me rindo”, le decía.
José Daniel Ariza Cabral es un rebelde
entrenado en Cuba, discípulo de Ernesto Che Guevara e interlocutor de largas
horas de charlas con Fidel Castro. Catorcista de siempre y alguna vez del MPD
de Máximo López Molina, no tiene reparos en delatar traidores, infiltrados,
abusadores sexuales que aprovecharon la simpatía que despertaban en las chicas
para seducirlas, mentirosos, agentes de la CIA y temerarios indisciplinados de
ese movimiento que, a su juicio, fue la condena a muerte de su capitán
político.
“Manolo era la única pieza que buscaban,
por eso el gobierno y los militares lo dejaron que se alzara en la montaña, nos
empujaron, nos abrieron los caminos”, declara.
No solo acusa a la oficialidad de
haberlo engañado. También a simpatizantes, seguidores, amigos.
Niega que existiera resistencia urbana,
como informaron a Tavárez Justo y denuncia por sus nombres a quienes lo
embaucaron con esa seguridad. “No sé por qué Manolo creyó eso hasta el punto de
irse a la loma, porque ocurrió un hecho que debió haberle dado la oportunidad
de saber que esos eran unos mentirosos”, significó.
Contó que cuando dieron el Golpe de
Estado contra Juan Bosch, este grupo, al que llama “la infraestructura”,
aseguró a Manolo que tenían un equipo de protección que no podía fallar y le
entregaron números de teléfonos, garantizándole que “con una llamada lo
llevarían a un sitio seguro. Todo era falso, y a partir de ese momento él debía
imaginar que con lo otro también lo estaban engatusando”, exclamó.
Afirma que entonces él también preguntó
por el apoyo en la ciudad y los pueblos “pero en mi caso no importaba, yo era
un fusil más, pero Manolo era diferente, Manolo era el líder. Yo nunca he
podido explicarme esa mentira”.
En 1963, cuando se produjo el
levantamiento en Manaclas, José Daniel consideró, y todavía lo entiende así,
que la insurrección fue “una inocentada”, “una bobada”. “La infraestructura no
pensó nunca en guerra de guerrillas, lo que pensaron fue que llevando 200
hombres armados a la montaña, el Departamento de Estado se iba a asustar y para
evitar otro Fidel, otra Cuba, iba a dar un contragolpe”.
Añade que “los componentes de los
diferentes focos no estaban preparados para la guerra, en su mayoría eran
políticos. Es Polo Rodríguez, el mayor dirigente de la infraestructura, quien
lo dice, que eso no iba a durar mucho, que se iba a producir un contragolpe e
iban a llamar al 14 de Junio a pactar con ellos, los 29 de la infraestructura,
Polo y Fidelio Despradel, entre ellos”.
Había que ser “muy inocente o
completamente ignorante para no haber entendido que el Golpe de Estado fue
dirigido por el imperio”, sostiene. Y agrega en cuanto a la guerrilla: “Lo
sabía el ejército, la policía, los bomberos, los limpiabotas, eso era público,
pero ellos creían que estaban confundiendo a todo el mundo. Días antes del lanzamiento
apresaron a Daniel Ozuna, que estaba al servicio de las Fuerzas Armadas;
hicieron preso a Leandro Guzmán ¿y qué les encuentran en los allanamientos? Un
mapa con los puntos marcados de donde iba a actuar cada foco, quiénes iban a
ser los comandantes y quiénes los combatientes ¿y entonces? No cambió nada.
¿Cómo uno explica eso?”.
Relata que no cuestionó ninguna decisión
porque es un hombre de armas y su misión era guerrillear, cuidar a Manolo,
protagonista de aquel suceso de quien habla con veneración y respeto. A lo que
se negó fue a ir en el frente de Polo Rodríguez, al que querían asignarlo.
“¿Ustedes se están volviendo locos?”,
reaccionó, y expresó: “Yo voy donde va Manolo porque es la guerrilla que van a
atacar y él es quien debe estar protegido ¿qué iba yo a buscar con Polo?”.
Además, él no se llevaba bien con este
combatiente, confiesa, desde que estuvieron entrenándose en Cuba, donde no
“empataron”. “No sé, no estábamos de acuerdo en las conversaciones, él era un
teórico”, manifiesta y narra intimidades del revolucionario que le confió Luis
Genao, “el inseparable de Polo y de Fidelio”, afirma.
De Genao se ha dicho que era un
infiltrado pero Ariza declara: “No me atrevo a decir nada, no tengo pruebas, sé
que era un extremista respecto a lo que debe ser un revolucionario”. Refiere de
él presuntas conductas censurables con damas del Partido, según le han contado,
y su presencia en sitios de dudosa reputación a los que supuestamente acudía
con Polo Rodríguez cuando debían estar trabajando por la causa. Esto último se
lo comunicó Genao a Ariza cuando compartían una celda en La Victoria.
Protagonista de la historia reciente.
José Daniel Ariza es la historia andante de la política dominicana desde los
inicios de la dictadura de Trujillo. Aunque comenzó a ser testigo y actor de
acontecimientos trascendentes en 1959, conoce los hechos precedentes por su
padre, víctima de Trujillo que fue torturado y desaparecido en la ergástula de
Nigua. Es sobrino de Máximo Cabral, héroe de La Barranquita, y descendiente de connotados
desideristas y horacistas. En la cárcel de El 9, donde le torturaron hasta
perder la conciencia en 1960, asesinaron a su hermano Rafael cuyo cadáver
lanzaron al mar Caribe.
Nacido en Tamboril, el 30 de mayo de
1927, estuvo en las negociaciones de Máximo López Molina y Ramfis Trujillo en
Boca Chica, en 1961, pero ya dos años antes había acompañado a Juan Tomás Díaz
en Constanza por lo que vivió lo acontecido en la incursión de junio de 1959
“desde que llegó el avión hasta que Delio se entregó el 11 de julio”.
Sabe tanto del hecho que cuando le
presentaron a Gómez Ochoa le increpó: “Comandante, su libro está lleno de
falsedades”. Prepara una obra sobre el desembarco por Constanza, ha viajado a
Cuba y estuvo trabajando años en ella porque tiene “un compromiso con la
historia”. Piensa que la investigación fue la causa de un derrame cerebral que
sufrió el pasado mes de mayo, del que se recuperó. El Archivo General de la
Nación publicará sus “Memorias de un revolucionario”.
En prolongadas sesiones para HOY, Ariza
reveló pormenores del suceso personal en que se vio involucrado en 1991 por el
que mató a un hombre e hirió otro y ofreció revelaciones de todos los
acontecimientos políticos en que ha participado, en los que surgen infinidad de
nombres de otros implicados.
Dice que es “belicoso” pero no criminal
y tiene coraje para señalar como “grandes bandidos” a quienes se presentan como
héroes. No alardea más que de sus grandes conocimientos de guerrillero y sobre
la cordillera Central y no lamenta que todavía le persiga el epíteto de
“comunista” y el rechazo de muchos trujillistas porque lleva los mismos nombres
y apellido de su padre.
“Cuando llegué de Cuba a todos los
despacharon del aeropuerto, menos a mí. La CIA sabía que yo me había reunido
cuatro o cinco veces con Fidel. Todavía no me dan visa americana y se lo
agradezco: a mí no me interesa”.
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