-Artículo de libre difusión-
Por Claudio A. Caamaño
Vélez,
Hace unos días entré en
contacto con unos escritos del profesor Juan Bosch de la década del 70. El
doctor George Torres me dio a leer algunos de los materiales que se enseñaban
en los Círculos de Estudio de aquel PLD que ya no existe. En ellos encontré lo
que considero el enfoque más acertado y más desconocido, u oculto, de la
corrupción (Los Métodos de Trabajo, Juan Bosch, 19 de abril de 1978).
Para enfrentar algo,
lo primero que debemos hacer es conocerlo. No podemos cortar un árbol del que
no sabemos donde están sus raíces. Durante años hemos visto la corrupción como
un mal, un cáncer. Incluso los mismos gobernantes nos presentan a la corrupción
como algo malo que no hay forma de controlar. Pero lo cierto es que nada de eso
es cierto.
La corrupción es un método
de trabajo político de los partidos del sistema (del sistema político actual),
un método de acumulación de las riquezas que consiste en la apropiación de
fondos públicos por distintas vías. Este método es usado por los partidos para
cumplir su objetivo, que no es gobernar (eso es un medio), sino hacer ricos a
sus dirigentes y sus colaboradores cercanos. Así como el objetivo de
Coca-Cola no es vender refrescos, sino hacer ricos a sus dueños.
La corrupción es para
nosotros un mal, tal vez el peor de los males, pero para los partidos
tradicionales y para sus dirigentes la corrupción es lo que les permite cumplir
sus metas, es lo que hace posible su razón de ser. Pedirle a los actuales
gobernantes que ataquen la corrupción sería como pedirle a la Coca-Cola que
iniciara una campaña publicitaria sobre los efectos nocivos de los refrescos.
Los dirigentes de los partidos del sistema (PRD, PLD, PRSC, y sus parasitos)
saben bien que si desaparece la corrupción, o siquiera se persigue, ellos
mismos desaparecerían en poco tiempo.
Si queremos un
gobierno sin corrupción, o al menos uno donde ésta se persiga y se castigue,
tendremos que levantar un gobierno protagonizado por partidos políticos donde
la corrupción no sea un método de trabajo, un partido cuyo objetivo no sea
hacer ricos a sus dirigentes. No le pidamos peras al olmo. Si queremos cambios
reales tenemos que asumir la determinación y la valentía de hacerlos nosotros
mismos. Gobernar no debe ser un privilegio, sino una responsabilidad.