Revelan que Caamaño duró seis horas vivo después de su captura
Claudio Caamaño Grullón.-
Santo Domingo
En mi condición de
compañero de toda la vida, en especial de sus luchas patrióticas, felicito al
Senado por el proyecto que dispone el traslado al Panteón Nacional de los
restos del Héroe Nacional, Francisco
Caamaño Deñó, Presidente de la República, en armas contra la invasión militar
del gobierno norteamericano en 1965. Listín Diario 6-12-2012.
Al ser combatiente de
Abril y Caracoles, y presidente de la Fundación Caamaño, congratulamos al
general Juan Pou hijo, por ser el primer y único militar de las decenas de
miles que nos adversaron en 1973 que ha expresado públicamente el asesinato,
descuartizamiento e incineración del Presidente de la República y Héroe
Nacional, Francisco Caamaño Deñó. Listín Diario 7-12-2012.
Como las responsables e
históricas afirmaciones del general Pou niegan los restos del presidente
Caamaño, debo explicar: al quedar solo en las montañas por la muerte y captura
de dos de mis compañeros y la deserción y entrega de Hamlet Hermann, combatí
durante casi un mes hasta la cercanía de la capital y con la ayuda de Erasteide
Guerrero de Paniagua, arzobispo Hugo Polanco Brito, Radhamés Gómez Pepín, Juan
José Ayuso y otras personas, me asilo en la embajada de México el día 17 de
abril de 1973, y el día 27 de mayo de ese año en compañía del embajador, al
amanecer despegamos en vuelo a México, y
al pasar al sur de la Cordillera Central sus picos se iluminaron y pensé
en mis compañeros de guerrilla, sus sueños, luchas y sacrificios por
engrandecer la Patria y me prometí rescatar los restos de todos.
Regresé a la Patria el 29
de agosto de 1979 y al día siguiente comencé la búsqueda, tuve la suerte de
pasar el ciclón David en la residencia de José Díaz Martínez, quien era desde
hacía años el suplidor de las Fuerzas Armadas de los equipos de comunicación y
éste durante la guerrilla pudo conocer a través de sus relaciones y la escucha
a través de los equipos, que parte de los restos de Caamaño estaban enterrados
junto a los restos de Lalane José y Pérez Vargas en Nizaíto, en un sitio
cercano al lugar donde asesinaron a Caamaño y que toda esa zona aún estaba
militarizada.
El Dr. Bolívar Vargas
Candelario organizó mi primer viaje a la Cordillera Central, tres parejas de
esposos en diciembre de 1979. Y así pude establecer el área de carretera en
Nizaíto donde combatimos dos veces en la noche del 15 de febrero y comparando
fotografías el sitio donde presentaron los cuerpos de Caamaño, Lalane y Pérez
Vargas el 17 de febrero de 1973, toda estaba militarizada. En enero 1980 hice
dos viajes a ese sitio con José Delio Guzmán hijo, conocedor de la zona, y de
los militares en la misma.
El 16 de febrero de 1980,
aniversario de la muerte de los patriotas, llegamos a las cuatro de la mañana a
Nizaíto: Fabiola Vélez, Clara Báez, Héctor Domínguez Fernández, quien tenía
años tras los restos de Caamaño en Nizaíto; Eligio Blanco Peña, Eugenio Huot,
el periodista Bolívar Díaz Gómez, y los fotógrafos Pérez Terrero y Milvio
Pérez, un guía y yo. Comenzamos a explorar y revisar el terreno con ayuda de
linternas, y al amanecer salimos en una caminata de más de siete kilómetros
hasta donde fue capturado herido Caamaño y muertos Lalane José y Pérez Vargas.
Revisamos durante cinco horas un área de casi un kilómetro cuadrado y recogimos
múltiples objetos de los combates, casquillos de diferentes armas, laterías y
sobres de sopa traídos por nosotros desde la isla de Guadalupe. No encontramos
la tumba pero hicimos el primer homenaje en ese sitio a los patriotas que
sabíamos enterrados en las cercanías.
Conocí al capitán Almonte
Castro que custodió a Caamaño herido y prisionero durante 6 horas, hasta su
asesinato; y de los múltiples datos en muchas reuniones con él surgieron los
generales Raúl Almonte Lluberes, quien captura a Caamaño y con el que tengo una
excelente amistad; Carlos Castillo Pimentel que se niega a cumplir la orden del
almirante Jiménez Reyes de asesinar a
Caamaño; Héctor García Tejeda sustituye
a Castillo Pimentel y organiza y dirige el asesinato. Con los nuevos datos,
Domínguez Fernández y yo hicimos múltiples viajes y excavaciones en Nizaíto sin
encontrar los restos. Nadie con los que hablé conocía el sitio exacto del
enterramiento, porque ya se habían ido cuando al mediodía del lluvioso y frío
17 de febrero el secretario de las Fuerzas Armadas almirante Ramón Emilio
Jiménez Reyes, ordenó a un cabo y seis rasos quemar a Caamaño hasta
desaparecerlo totalmente, para que los patriotas dominicanos no tuvieran sus
restos para rendirle culto e inspirarse en sus ejemplos históricos, y enterrar a Lalane y Pérez Vargas.
Contratamos detectives
privados para buscar a los enterradores. Encontraron en Pedro Santana,
provincia Elías Piña, en 1987, al cabo que ya era capitán, y por una alta suma
de dinero nos reunimos con él en Nizaíto, donde catorce años después, con
dificultad, encontró la tumba que hizo con los cadáveres de Lalane, Pérez
Vargas y parte del de Caamaño. Por interés e insistencia mía nos contó y señaló
lo siguiente: al lado de un camino encharcado a unos cincuenta metros de la
carretera Ocoa-Constanza, estaba el cadáver de Caamaño desnudo y dos
guerrilleros metidos en sacos, el almirante Jiménez Reyes le ordenó que él y
seis militares quemaran a Caamaño hasta que no quede nada, y si algo queda lo
tiran por una furnia para que se los coman los puercos cimarrones. A los otros
dos los entierran en sitio y manera que nadie pueda encontrarlos. Unos
extranjeros que estaban con el almirante nos instruyeron cómo quemar a Caamaño
y hacer la tumba de los otros dos. Como
había llovido, todo estaba mojado y no prendía la leña para quemar a Caamaño,
se lo informé al almirante Jiménez Reyes y le pedí gasolina. Vino y se paró
entre los pies de Caamaño y le disparó una ráfaga partiéndolo casi en dos y
volándole la cabeza, y dijo “ahora hay menos que quemar”, y ordenó
destazarlo para quemarlo mejor “y si queda algo lo tiran que ese es comida de
puerco”.
Pasamos la tarde
enterrando a los dos, partiendo leña, cortando a Caamaño en pedazos y esperando
la gasolina que llegó al anochecer. Durante toda la noche tratamos de quemar
los pedazos de Caamaño, pero la lluvia apagaba la fogata que volvíamos a
prender en medio de un frio tremendo, hasta que se acabó la gasolina, nos
guarecimos de la lluvia y cuando amaneció estábamos solos, recogimos los
pedazos no quemados y los huesos a medio quemar, y en vez de botarlos para los
puercos cimarrones de la zona, los llevamos a la tumba recién hecha. Hicimos un
hueco y los pusimos encima de los cadáveres, tapándolo luego otra vez como nos
habían instruido los extranjeros, poniendo tierra y apisonándola, luego tablas
de costanera verde, tierra vegetal y la yerba de la zona que habíamos separado
con cuidado.
Con la información del
sitio exacto, dos días después, el sábado 2 de mayo de 1987, subió todo el
equipo de búsqueda, los hermanos de Caamaño, María Paula Acevedo, Freddy Beras
Goico y Teo Beras con sus esposas y otras personas. Luego llegaron en
helicóptero el Secretario de las Fuerzas Armadas Antonio Imbert, el jefe del
Ejército, general Tommy Fernández y el antropólogo Abelardo Jiménez, quien hizo
el levantamiento. Sólo los restos de Caamaño le tomaron todo el día, los de
Lalane y Pérez Vargas se levantaron días después. Los restos de Mario Galán
Durán y Ramón Payero Ulloa en tumbas separadas, en Los Mogotes, Villa
Altagracia, cuya ubicación exacta fueron las primeras que conocimos y sacamos
de último para que no fueran a impedir desenterrar los de Caamaño, por eso
fueron desenterrados semanas después.
Los restos no completos y
sometidos al fuego del Héroe Nacional Presidente Francisco Caamaño Deñó,
después de más de siete años de búsqueda por mi parte y a catorce de su
asesinato y tratamiento perverso, aberrante e inhumano de su cadáver heroico,
encontrados el sábado 2 de mayo de 1987, en un entierro encima y conjuntamente
con los restos de Lalane José y Pérez Vargas. Traídos a Santo Domingo el día 3
de mayo y después de los estudios realizados por antropólogos y forenses en el
Museo de Ciencias Naturales, fueron velados día y noche por todo un pueblo en
la iglesia La Paz de la Feria.
Llevados el día 12 de
mayo con la participación y asistencia de cientos de miles a un mausoleo
construido por el ingeniero Ludovino Fernández y donado por el ingeniero Martín
Fernández, según las especificaciones que les hice, pues pensé colocar junto a
los restos de Caamaño a todos sus compañeros de guerrilla, incluyéndome a mí, en un sitio donde reposan
cientos de mártires de la Guerra Patria de 1965, donado por el Ayuntamiento del
Distrito Nacional a la Fundación Caamaño en el Cementerio Nacional de la Máximo
Gómez. Pero los demás restos fueron reclamados por sus familiares y entregados
por mí a los mismos.
Puntualizo y explico todo
lo anterior para llevar al conocimiento de todas las personas de nuestra
Patria, que los restos incompletos que fueron depositados en el mausoleo del
Cementerio Nacional de la Máximo Gómez, son, sin ninguna duda, razonable, los restos
del más grande héroe del siglo pasado y Presidente de la República, Francisco
Alberto Caamaño Deñó.
Ninguna institución puede
hacer a Caamaño más grande de lo que él es históricamente. Que sus restos estén
en el Cementerio Nacional o en el Panteón de la Patria es sólo un
reconocimiento. Lo importante es que la seguridad, la salud, la educación, la
dignidad y la felicidad de los dominicanos por la que tanto luchó y murió,
lleguen a ser una realidad en nuestro país.
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