martes, 29 de diciembre de 2015

La Masacre de Palma Sola del libro "Caamaño Guerra Civil 1965". Autor Claudio Caamaño Grullón.

Masacre en Palma Sola
A principio de diciembre de 1962 el general Belisario Peguero ordenó  al coronel Caamaño trasladarse a Palma Sola, entrevistarse con el jefe de la secta religiosa que había tomado ese paraje en el Sur de la República y lo estaban convirtiendo en un pueblo con cientos de viviendas y requerirle que viniera a la capital invitado a entrevistarse en el Palacio Nacional con los miembros del Consejo de Estado, presidido por el licenciado Rafael F. Bonnelly, según la orden recibida por el coronel Caamaño de parte del Jefe de la Policía. Se trasladó a Palma Sola el día 12 de diciembre de ese año. Se entrevistó con los mellizos (como llamaban a los hermanos Ventura) y ellos decidieron que viniera con él León Romilio Ventura. Cuando llegaron a la capital llevó primero al invitado a su casa de familia, para comer juntos, se bañara y se pusiera presentable, para entrevistarse con el Gobierno del Consejo de Estado. Caamaño llevó al Palacio de la Policía a León Romilio, lo dejo en el antedespacho y entró a informar al general Peguero que acababa de cumplir su misión y que el invitado estaba en el antedespacho. Belisario le dijo: “Ah sí, pues tranca a ese carajo”. El coronel Caamaño protesto inmediatamente al Jefe de la Policía diciéndole que ese hombre había sido traído como invitado del Consejo de Estado, según la orden recibida y que él había transmitido en Palma Sola. Entonces Belisario se sonrió y le dijo: “¿Y tú te creíste eso? ¿Tú crees que el Gobierno se va a entrevistar con esos asquerosos? A ese lo que hay que hacer es trancarlo”. Como Caamaño volviera a protestar ante el Jefe de la Policía, éste ordenó a otro oficial que encerrara al supuesto invitado.
Este procedimiento del general Peguero le molestó sobremanera y fue el primer disgusto serio que le provocó el Jefe de la Policía. Siendo el coronel Caamaño un hombre recto y veraz; se sintió engañado, y esa fue la primera fisura en la lealtad que le debía a su superior.
Se le ordenó otra vez para que volviera a Palma Sola, ahora en helicóptero, y que llevara a León Romilio Ventura para que éste desde el aire ordenara a los seguidores de Liborio en Palma Sola que abandonaran ese poblado. Caamaño se negó a cumplir la orden porque no se sentía moralmente en condiciones de obligar a un hombre a quien involuntariamente engañó. Entonces se acordó que Ventura sería llevado por otro oficial y Caamaño iría en un segundo helicóptero, a tratar que “por la buena” se disolviera la concentración de visitantes y pobladores de Palma Sola.
Cuando los helicópteros llegaron y perdieron altura con la intención de aterrizar, identificaron a León Romilio Ventura, comenzaron a lanzar piedras y garrotes a los helicópteros y las tripulaciones abortaron los aterrizajes. Se mostraron muy enfurecidos contra los helicópteros y sus ocupantes, incluso contra el mellizo prisionero. Fue un fracaso la misión.
La operación policial que a continuación haría el coronel Francisco Caamaño en Palma Sola se debió a que él era el comandante de las Tropas Antimotines, departamento creado para controlar multitudes en cualquier parte del país. Palma Sola era un poblado cercano a las Matas de Farfán con caminos de varios kilómetros para animales o a pie. Desde que cayó el régimen de Trujillo se había incrementando el culto a Liborio, que había sido un hombre santo asesinado por las tropas de ocupación de Estados Unidos de América al oponérseles durante la primera Ocupación Militar de nuestro país de 1916 a 1924.
En los últimos meses del año 1962 se manifestó con mucha fuerza el culto a Liborio, afectando las labores agrícolas, comerciales y religiosas de San Juan de la Maguana. Los grupos sociales y económicos se manifestaron de manera pública a través del diario El Caribe en contra del liborismo. Ante las presiones, el gobierno colegiado del Consejo de Estado decidió erradicar las actividades de Palma Sola. Para el viernes 28 de diciembre se preparó lo que debía ser un operativo que encabezaría el general Antonio Imbert Barrera, E.N., miembro del Consejo de Estado, quien a última hora fue sustituido por el general de brigada Miguel Rodríguez Reyes, E.N, inspector general de las Fuerzas Armadas. También formaron parte el procurador general de la República, doctor Antonio García Vásquez, el doctor Miguel Tomás Susana, procurador fiscal de San Juan de la Maguana; el comandante militar de la provincia de San Juan, teniente coronel Joaquín Abraham Méndez Lara, E.N, el comandante de las Tropas Antimotines coronel Francisco Caamaño Deñó P.N quien iría acompañado del teniente coronel Manuel Valentín Despradel P.N. y el mayor Rafael Guzmán Acosta P.N; los capitanes Ovalles, Tejada Duvergé  y diferentes tenientes. El total de estas fuerzas superaba los cuatrocientos hombres montados en camiones. El coronel Caamaño me ordenó que los cocineros prepararan desayuno para que todas las tropas que irían a la misión y que desayunaran antes de las cuatro de la madrugada. “Verifica que todos los oficiales del campamentos, excepto los que estén de guardia, se reúnan en el salón de los jurídicos a las 4:00 AM”, me había dicho el Coronel. Ahí les explicó a todos lo que iban y los que se quedaban, la naturaleza y el por qué de la misión, que se iban a reunir en la Fortaleza del Ejército de  San Juan de la Maguana a las 8:00 AM con las autoridades civiles y militares que iban a dirigir el operativo, que bregarían con campesinos indignados con el gobierno, y que iban a destruir el culto a Liborio, que ahí no había ningún ejército, sino campesinos, que el prohibía que se cometiera algún tipo de abusos con esas personas, que la misión era sacarlos de ahí en calidad de detenidos y luego depurarlos para los que fueran responsables de algún tipo de delito, someterlos a la justicia. Que si había otras medidas ya las tomarían la comisión de alto nivel del Gobierno con la que se reunirían en San Juan de la Maguana. Hubo preguntas y orientaciones de Caamaño.
Aunque participé en los preparativos de este operativo policial desde el día anterior, no hice el viaje a Palma Sola. A pesar de mi solicitud para acompañarle, Caamaño se negó y me dijo que se necesitaban oficiales de mayor experiencia que la mía. Cuando le insistí después de la reunión, ya en la calle Las Damas donde esperaban montados en una fila de camiones las clases y alistados policiales, me dijo: “Tú sabes bien lo que está pasando en Palma Sola. Esto ha sido muy mal manejado por las autoridades tanto de aquí como de allá, y ojalá, Dios no lo quiera, esto puede terminar en una terrible tragedia. Hay demasiados prejuicios contra esos campesinos y muchos intereses de por medio”. Cuando volví a insistirle me dijo casi riéndose: “Primo no fuña, y deséenos suerte, salude, de media vuelta y váyase para el campamento que estamos acuartelados”.
El coronel Caamaño salió con las tropas policiales un poco después de las 4:00 AM con el propósito de reunirse con el doctor García Vásquez y el general Rodríguez Reyes en la fortaleza del Ejército de San Juan de la Maguana.
El día transcurrió tranquilo en la Fortaleza Ozama, al atardecer me llamaron los dos oficiales superiores a la oficina de la Comandancia y me informaron que en Palma Sola, las fuerzas policiales habían sido atacadas y que al coronel Caamaño estaba gravemente herido. Sentía que el piso se abría debajo de mí. Me quedé parado en atención sin poder articular una palabra. Me prometieron que cualquier informe nuevo que supieran me lo harían saber y me ordenaron que no dijera nada hasta que no se confirmara el informe.
Esto era muy grande para mí solo, busqué a los tenientes González Pons y Dorian Féliz Viera y al sargento Jesús Núñez Carela, les conté lo que acababa de saber.  De la Jefatura de la Policía mandaron a buscar los dos oficiales superiores, a su regreso reunieron a los oficiales y le informaron a todos que las tropas oficiales habían sido atacadas y que asesinaron al general Rodríguez Reyes y a dos personas más que lo acompañaban, que el coronel Caamaño y el mayor Guzmán Acosta estaban gravemente heridos, que había otros heridos entre ellos el teniente coronel Despradel Brache. Nos informaban el teniente coronel conocido como “La Biblia” y el mayor Camilo Rosa, oficiales superiores que habían llegado en la madrugada para sustituir transitoriamente a Caamaño, Despradel y Guzmán que iban hacia Palma Sola. Ese informe levantó tal revuelo entre los oficiales clases y rasos que quedamos en la Fortaleza Ozama, que el jefe de la Policía, general Peguero, se presentó para impedir que saliéramos hacia San Juan, nos dijo que estaban heridos Caamaño y Guzmán, que ya venían de regreso a Santo Domingo, que Despradel Brache no estaba herido y que no había muerto nadie del personal del Campamento Duarte.
Esa noche me permitieron visitar al coronel Caamaño en una suite del hospital militar “Doctor Enrique Lithgow Ceara”. Le acompañe a la sala de cirugía donde corrigieron las atenciones médicas que le hicieron en el hospital de San Juan, le afeitaron el pelo y le cortaron piel en el cráneo, dieron numerosos puntos de sutura a las heridas de la cabeza, brazos y tórax, se mostraba de buen animo y me dijo que le preocupaba mucho Guzmán Acosta que estaba en cuidados intensivos. Me mostró golpes en diferentes partes del cuerpo. Me indicó que fuera a ver a los demás heridos para que le informara. Guzmán Acosta estaba en cámara de oxígeno porque tenía una herida de bala en el costado izquierdo que le atravesó un pulmón, golpes numerosos y no podía hablar. El teniente coronel Despradel Brache me dijo que había recibido una pedrada en el pecho tan fuerte que el hematoma se le formó en la espalda.
Las tropas policiales no heridas habían regresado en horas de la noche del mismo día veintiocho, indagué sobre lo que había sucedido y me enteré de detalles horripilantes. Contaron que cuando se dieron cuenta que sus jefes habían sido atacados, avanzaron al mando de los capitanes, disparando contra todo con el que se encontraban; hombre, mujeres y niños desarmados, haciendo una carnicería. Encontraron primero al coronel Caamaño y al mayor Guzmán Acosta, Caamaño boca arriba sobre Guzmán sin conocimiento y alrededor de ellos algunos muertos y otros heridos, que eran ahí mismo rematados. Los policías creían que a Caamaño, Despradel y Guzmán los habían asesinados, por eso actuaron así. Al darse cuenta que Caamaño y Guzmán estaban solo heridos ordenaron detener el fuego. Prepararon camillas para sacar a Caamaño, a Guzmán y a cuatro policías. Despradel, aunque estaba golpeado, podía caminar, comenzaron a sacar inmediatamente los heridos, las tropas que quedaron fueron atacadas con palos y piedras por los campesinos que se habían reagrupado, los policías atacaron a los campesinos y comenzaron a incendiar todo el poblado. Los que pudieron se dieron a la fuga a los montes vecinos y los policías se dedicaron a realizar detenciones y a revisar lo que había quedado del poblado. Encontraron que uno de los cadáveres, sucio de ceniza, tierra y sangre, tenía una insignia de general en el cuello de la camisa. El policía que encontró este cadáver llamó a los oficiales para decirle que se trataba de un ¡General de Palma Sola! Los oficiales identificaron en ese cadáver al general Miguel F. Rodríguez Reyes, E.N.

Lo que me dijo Caamaño
Cuando pude estar a solas con Caamaño, le pedí que me contara los hechos. Me dijo que tan pronto llegaron a la fortaleza de San Juan de la Maguana fue a ponerse a las órdenes de la alta comisión del gobierno, formada por el procurador García Vásquez y el general  Rodríguez Reyes E.N. Pero le informaron que habían salido media hora antes, sin escolta. Sabiendo el peligro que podían correr, Caamaño se apresuró a marchar inmediatamente y sin permitir descanso ni ninguna necesidad fisiológica a las tropas policiales que habían venido junto a él desde Santo Domingo en camiones en un viaje de más de tres horas, marchando tras la comisión del gobierno, que no alcanzó, a pesar de lo rápido que hicieron el viaje hasta Las Matas de Farfán, desde donde se seguía a pie a  Palma Sola y a marcha forzada llegaron, sin haberlos alcanzado. Al llegar al perímetro del poblado que estaba formado por más de cien casas, entre terminadas y en construcción, detuvo la tropa y él se adelantó para indagar donde estaban los comisionados del Gobierno. Los pobladores estaban muy ceñudos pero le dijeron que el general se encontraba en la “la casa grande”, que era una edificación mayor que las demás y era el lugar principal de reunión del culto a Liborio. Estaban casi en el centro del poblado, a una distancia de unos 150 metros. Se hizo acompañar por el teniente coronel Despradel Brache, el mayor Guzmán Acosta y cuatro policías, no avanzó con todas las tropas policiales con el propósito de no alarmar ni provocar a los pobladores. Se dirigió hacia la casa grande donde se notaba una aglomeración de personas y se oía  una fuerte vocinglería. Avanzaron unos cuarenta metros mientras las personas, hombres y mujeres lo miraban muy mal. Detrás de una de las casas había oculto un grupo de hombres emboscados que los agredieron sorpresivamente haciéndoles un solo disparo, que es el que alcanza a Guzmán Acosta; simultáneamente les agraden con palos, piedras y otros objetos. A él le arrebataron el fusil que portaba mientras lo tumbaban al suelo a palos y pedradas. Quien le arrebató el fusil quiso dispararle y como no supo hacerlo, le golpea repetidamente con el arma. Con el cargador de la misma, que se abrió y botó las cápsulas, fue que le hicieron las peores heridas en la cabeza y otras partes. Ninguno de los siete usó sus armas en ese momento; fue un ataque sorpresivo. Cae y lo golpean varias personas a la vez con diferentes objetos por todo el cuerpo, está casi ciego por la sangre que se escurría entre los ojos; pudo sacar su pistola que sobó en el cinturón y comenzó a dispararles a las personas que estaban golpeándole, quitándose de encima a casi todos los que le agredían, hiriendo a algunos y matando a otros. Cuando pudo se limpió los ojos con la otra mano y pudo ver que también a Guzmán Acosta que estaba tendido cerca de él, lo estaban moliendo a golpes, disparó sobre los que lo golpeaban y se subió de espaldas sobre el cuerpo de Guzmán Acosta, para darle protección y siguió disparando hasta que perdió el conocimiento.
Cuando me hacía el relato, exclamó con pesar: ¡Primo, por primera vez tuve que matar personas! Quise consolarlo diciendo: “A usted lo estaban matando; eso es legítima defensa”.

El resto de las fuerzas policiales avanzó disparando a todo lo que encontraba hasta llegar donde estaba Caamaño, Guzmán Acosta y dos policías. A Despradel Brache lo encontraron herido lejos de ahí. Caamaño creyó que cuando ellos llegaron al límite del poblado de Palma Sola, Rodríguez Reyes ya estaba muerto o que lo estaban matando y que las voces que oía “como de gallera” era la agresión contra la Comisión de Alto Nivel, que todos menos dos, pudieron evadir el ataque corriendo de sus agresores. La intervención policial en número de cuatrocientos disparando masivamente salvó la vida a él y a los demás.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

65 Aniversario del asesinato del mejor Sindicalista dominicano Mauricio Báez de los Santos por el dictador Rafael Trujillo.





PUBLICADO POR FENTRAES ON 7:15 

 

Dirigente Sindical en defensa de los trabajadores cortadores de caña en República Dominicana en el siglo XX

Nació en Sabana Grande de Palenque San Cristóbal el 23 de septiembre de 1910, hijo de Daniel Báez y de Julia de los Santos. desde muy joven se traslado a San Pedro de Macorís donde trabajo en una Bodega del Ingenio Colon y luego como muellero en el puerto de esa ciudad.

A principio de los años 1930 se inicia en las actividades sindicales como miembro activo del gremio, estimulando y organizando desde allí otros gremios laborales, hasta fundar la asociación local del trabajo la cual llego a reunir alrededor de 30 gremios de trabajadores de toda la provincia de San Pedro.

Calificado por los que lo conocieron como un hombre valiente, integro e insobornable, Mauricio Báez, llegó a ganarse la confianza y el respeto de los trabajadores del este, por cuya defensa sufrió prisión y exilio en varias oportunidades.

El acontecimiento más trascendental en la vida de Mauricio Báez fue la famosa huelga del 7 de enero de 1946, los obreros de La Romana organizados en la Federación Provincial del Trabajo y los de San Pedro de Macorís en la Federación Local se lanzan a una huelga por tiempo indefinido exigiendo aumento de salario y cumplimientos de las jornadas laboral de 8 horas entre otras reivindicaciones. 

Luego de tensas negociaciones la dictadura cedió y los obreros lograron entre otras reivindicaciones, un aumento general de salarios que en muchos casos sobrepaso el 100% del salario vigente en la época, el cumplimiento de las jornadas de trabajo de 8 horas y el pago de horas extras.
El 8 de Diciembre de 1950, agentes encubiertos al servicio de Rafael Leónidas Trujillo se presentaron en casa número 8 de la calle Cervantes, en el reparto Sevillano en la Habana Cuba, secuestraron a Mauricio Báez, y nunca más se le volvió a ver.

Mauricio Báez fue asesinado en Rep. Dominicana

Por JOHNNY GUERRERO
inmueblesturisticos[@]hotmail.es24 octubre, 2013 5:21 pm

 

Mucho se ha opinado sobre la muerte del destacado líder sindical dominicano Mauricio Báez, secuestrado de la casa que habitaba en la calle Cervantes, del Reparto Sevillano, en la Habana, Cuba, el 10 de diciembre de 1950, hace 62 años.

Desde la fecha de su secuestro no se supo jamás de él, y siempre se ha dicho que fue asesinado en La Habana por elementos pagados por Feliz W. Bernardino, matón de Trujillo, quien estaba acreditado ante el gobierno cubano como miembro de la legación diplomática dominicana.

Mauricio Báez había encabezado las luchas huelgarias protagonizadas por los trabajadores de la industria azucarera en la región Este del país, a mediados de los años 40.  Estas jornadas obreras fueron asumidas por la tiranía trujillista como un desafío a la paz de los cementerios que había impuesto al país.

Trujillo trató de comprar la voluntad de Mauricio Báez ofreciéndole una mansión y otras dádivas, lo cual fue rechazado por el intransigente líder sindical.  Esta digna acción motivo que Mauricio se viera en la obligación de abandonar el país y exiliarse en Cuba, para evitar una muerte segura en su Patria.

Desde Cuba mantuvo su oposición al régimen de Trujillo, integrándose al grupo de exiliados que participó en la frustrada expedición de Cayo Confites.

Al mismo tiempo, dirigió sus permanentes ataques contra funcionarios del gobierno trujillista, particularmente contra Félix W. Bernardino, quien se había destacado, junto a los llamados Jinetes del Este, llevando a cabo toda clase de desmanes y tropelías contra los pobladores de la región Este del país.

Quién secuestró a Mauricio Báez y dónde lo asesinaron?

Esta pregunta es contestada por Ciro Bianchi Ross, quien al decir del portal cubano EcuRed, es un “destacado intelectual cubano. Consagrado periodista, su ejecutoria profesional por más de cuarenta años le permite aparecer entre los principales artífices del periodismo literario en la Isla. Cronista y sagaz entrevistador… Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual.”

Hace algún tiempo, Ciro Bianchi escribió en el periódico Juventud Rebelde y más recientemente Prensa Latina publicó su artículo ampliado, sobre el secuestro y la desaparición de Mauricio Báez. Un episodio de nuestra vida republicana que siempre ha estremecido el alma nacional y revive la memoria histórica de ese trágico y doloroso acontecimiento.

Su versión es que el cabecilla del secuestro de Mauricio Báez fue el convicto asesino cubano Casimiro Eugenio Rodríguez Cartas, quien tenía el prontuario criminal de haber dado muerte a un alcalde de Cienfuegos y a un hombre en Santa Clara.

Siendo parlamentario, Rodríguez Cartas mató a su compañero de hemiciclo Rafael Frayle Goldaras.  Valiéndose de su inmunidad parlamentaria se fue a Santo Domingo, donde recibió la protección de Trujillo.  A su regreso a Cuba ya era uno de los hombres de Trujillo en esa isla, quien le había ordenado el  secuestro de Mauricio Báez.

“Bajo un pretexto banal”, tres individuos al servicio de Rodríguez Cartas hicieron salir a Mauricio Báez de la casa donde habitaba, montándose este sindicalista en el vehículo de los secuestradores, desapareciendo para siempre.

Ya secuestrado, Mauricio Báez fue trasladado a la finca de Wajay en La Habana, propiedad de Casimiro Eugenio Rodríguez Cartas, y luego fue llevado a Camagüey.  De allí fue conducido a República Dominicana en un avión que se cree partió desde la pista que el exjefe del ejército cubano, Genovevo Pérez Damera, tenía en su finca La Larga.  Hasta aquí la versión de Ciro Vianchi Ross.

El secuestro y traslado de Mauricio Báez a Santo Domingo, que culminó con su asesinato en tierra dominicana, coincide con el modus operandi de Trujillo, quien varios años después llevó a cabo una operación con características similares, que fue el secuestro en Nueva York del profesor de  la Universidad de Columbia e informante del FBI y la CIA, el ciudadano español de origen vasco, Jesús de Galíndez, quien fue trasladado y posteriormente asesinado en República Dominicana, por haber escrito un libro antitrujillista.

 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

55 Aniversario del cruel asesinato de Las Hermanas Mirabal. 25 de noviembre "Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer"

Hermanas Mirabal
Este artículo trata sobre las hermanas y activistas dominicanas. Para la provincia, véase Hermanas Mirabal (provincia
Las hermanas Mirabal, también conocidas como Las Mirabal (Patria Mirabal, Minerva Mirabal y María Teresa Mirabal), fueron tres hermanasdominicanas que se opusieron fervientemente a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Una cuarta hermana, Bélgica Adela "Dedé" Mirabal, no tuvo un papel activo en las actividades hechas contra el dictador. La hermana mayor, Patria, no tenía el mismo nivel de actividad política que sus otras hermanas, pero las apoyaba. Incluso prestaba su casa para guardar armamentos y herramientas de los insurgentes.
Primeros años, estudios y activismo antitrujillista
Las hermanas Mirabal crecieron en un hogar rural acomodado de la sección Ojo de Agua en el municipio Salcedo. El padre de las hermanas, Enrique Mirabal, fue un exitoso hombre de negocios.
Estudiaron como internas en el Colegio Inmaculada Concepción de La Vega, dirigido por monjas españolas de la Orden Terciarias Franciscanas de Jesús y María donde, tanto Minerva como María Teresa, se destacaron por su inteligencia e interés en el estudio.
Cuando Trujillo llegó al poder, su familia perdió casi toda su fortuna. Las Mirabal creían que Trujillo llevaría al país al caos y por ello entraron a formar parte de un grupo de oposición al régimen, conocido como la Agrupación política 14 de junio. Dentro de este grupo eran conocidas como Las Mariposas, se les conocía así, porque ese era el nombre con que Minerva se identificaba en las relaciones políticas.
Dos de las hermanas, Minerva y María Teresa, fueron encarceladas, violadas y torturadas en varias ocasiones. A pesar de estas situaciones, continuaron en su lucha por terminar con la dictadura. Después de varios encarcelamientos, Trujillo decidió terminar con las hermanas.
Trama de Trujillo, emboscada y posterior asesinato
El 18 de mayo de 1960, las hermanas Minerva y María Teresa habían sido juzgadas en Santo Domingo, al igual que sus esposos, por atentar contra la seguridad del estado dominicano. Se les declaró culpables y fueron condenadas a tres años de prisión. Inmediatamente tonatodos comenzaron a purgar sus penas, pero ellas no durarían mucho en la cárcel.
En un gesto extraño, el 9 de agosto y por disposición expresa de Trujillo, Minerva y María Teresa Mirabal fueron puestas en libertad. Sus maridos, sin embargo, continuaron en prisión. Estas disposiciones de Trujillo tenían doble propósito: por un lado, pretendía demostrar su "generosidad"; por el otro, les daba la libertad a aquellas personas a quien él quería seguir hostilizando. Este último era el caso de las Mirabal.
No bien habían pasado un par de semanas de la libertad, y ya existían informes sobre reuniones secretas contra el régimen encabezadas de nuevo por las Hermanas Mirabal. Esto, sumado a las presiones internacionales, entre muchas cosas, por el atentado en Venezuela contra el presidente Rómulo Betancourt
Por lo anterior, la OEA sancionó al estado dominicano con rompimiento de relaciones diplomáticas y económicas y la creciente caída de los diferentes regímenes dictatoriales enAmérica Latina. En medio de un informe que inició de nuevo con los pasos que daban estas mujeres, rebosó la copa de la tolerancia de Trujillo quien ordenó al general Pupo Román un plan para desaparecer definitivamente a las Hermanas Mirabal.
Le recomendó usar al SIM para su ejecución. La primera medida que tomó Pupo Román fue el traslado de los presos a la cárcel de Salcedo, al parecer aparentando benevolencia, pues de este modo no tendrían que realizar largos viajes a la cárcel de La Victoria, que era donde cumplían sus penas los esposos. En verdad, esto era el inicio de la capitalización del plan para la eliminación de las hermanas Mirabal.
El General Pupo Román, cumpliendo las orientaciones del Generalísimo, dejó en manos del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) a la sazón dirigida por el Capitán de Corbeta de la Marina de Guerra Mayor Cándido Torres Tejada, quien había sustituido al siniestro Johnny Abbes, que se encargaba en ese momento de dirigir la campaña contra la Iglesia y a la emisora Radio Caribe vivieron 
Pero en verdad Abbes seguía dirigiendo con sus ideas y tras bastidores al organismo opresor, para dar cumplimiento a la orden, Torres Tejada se dirigió a Santiago y le dio las instrucciones al jefe del SIM en la zona norte, el entonces Teniente Víctor Alicinio Peña Rivera y según escribe en su libro el propio Peña Rivera, este le expuso el plan de la siguiente manera:
Vengo de parte del ministro de las Fuerzas Armadas, General Román, para que dispongas el traslado a Puerto Plata de los esposos de las Hermanas Mirabal, la justificación del traslado será el descubrimiento de armas clandestinas dirigidas al movimiento que ellos encabezan, la idea es que ellos nos ayuden a determinar si las personas apresadas las pueden identificar como miembros del movimiento, una vez terminado esto les puedes decir que serán regresados a Salcedo de nuevo. Una vez trasladados les prepararás una emboscada en la carretera a las Hermanas Mirabal, deben morir y se simulará un accidente automovilístico, ese es el deseo del jefe.
Al día siguiente el cabo de la Policía Nacional Ciriaco de La Rosa llegó a los cuarteles del SIM en Santiago para cumplir con el plan, solicitó cuatro agentes y un vehículo para conformar el escuadrón de acción, Peña Rivera asignó a Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta, Néstor Antonio Pérez Terrero, y Ramón Emilio Rojas Lora. El 18 de noviembre el escuadrón regresó sin cumplir la orden alegando que las hermanas Mirabal viajaban con niños, el 22 de noviembre regresaron de nuevo alegando las mismas causas, pero el 25 de noviembre se pudo comprobar que en esa visita no andaban con niños sino con un chofer (Rufino de la Cruz) y otra de sus hermanas (Patria), se decidió entonces ejecutar el macabro plan. Tras despedirse de sus respectivos maridos, en el patio de la fortaleza, las tres mujeres y el chofer, salieron rumbo a Salcedo.
Ya fuera de Puerto Plata, el jeep se desplazaba por la serpenteante carretera y al llegar al puente de Marapica, fueron detenidos por cuatro hombres que iban en un cepillo, el cual atravesaron en medio del puente. Las tres mujeres fueron obligadas, a punta de pistola, a subirse al asiento trasero del vehículo de sus verdugos, mientras tres de estos se montaban con el chofer en el jeep, dirigiéndose hacia La Cumbre donde estaba la casa, en la que les esperaba el capitán Peña Rivera para darles las instrucciones finales.
Los dos vehículos entraron al patio de la casa. Las hermanas y el chofer fueron llevados a la fuerza por los sicarios dentro de la casa. De inmediato, Peña Rivera hizo una seña a de la Rosa para que actuaran, retirándose hacia una lejana habitación de la casa. Entró a la casa y los repartió entre sus otros tres compañeros que debían ejecutar el plan, al igual que pañuelos para ahorcar a las víctimas.
Fue así entonces que durante varios minutos unos quejidos y alaridos que no pudieron escucharse fuera de la estructura de la vivienda construida de adobe y forradas de caoba fueron emitidos, y con la respiración entrecortada, los sicarios dieron por terminada su labor de exterminio.
Los cuerpos de las mujeres y el hombre ya no hacían ningún movimiento convulsivo, las apalearon hasta morir para luego introducir los cuerpos en el coche y simular un accidente de tráfico. El sargento de la Rosa se dirigió entonces al aposento donde estaba Peña Rivera y le dijo: "Señor, misión cumplida".
Repercusiones
Trujillo creyó en el momento que había eliminado un gran problema. Sin embargo, el asesinato le trajo muchos inconvenientes y fue el principio de su desgracia. La muerte de las Mirabal causó gran repercusión en la República Dominicana. La publicidad resultante provocó que el pueblo dominicano se mostrara cada vez más proclive a apoyar a las Mirabal y sus ideales. Esta reacción contribuyó a despertar conciencia en el público, y finalmente culminó con el asesinato del dictador el 30 de mayo de 1961.
Asesinos intelectuales
·         Rafael Leónidas Trujillo, Generalísimo y jefe de estado de la República Dominicana.
·         José René (Pupo) Román Fernández, Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.
·         Cándido Torres Tejada, Jefe de Operaciones del Servicio de Inteligencia Militar en la estación central en Ciudad Trujillo.
Ejecutantes
·         Víctor Alicinio Peña Rivera
·         Ciriaco de la Rosa
·         Ramón Emilio Rojas Lora
·         Alfonso Cruz Valerio
·         Emilio Estrada Malleta, de origen cubano.
·         Néstor Antonio Pérez Terrero
Juicio e impunidad
En junio de 1962, se inició el juicio en contra de los acusados y cómplices del asesinato de las hermanas Mirabal y su acompañante Rufino de la Cruz.
En el banquillo de los acusados fueron sentados los autores materiales del cuádruple crimen, Ciriaco de la Rosa, Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta, Ramón Emilio Rojas Lora y Néstor Antonio Pérez.
Como cómplices fueron juzgados Sandito Almonte, Cándido Torres Tejada (ausente en el juicio), jefe de Operaciones del Servicio de Inteligencia Militar en la estación Central en Ciudad Trujillo, Víctor Alicinio Peña Rivera, jefe de Operaciones del SIM en el Cibao, Silvio Antonio Gómez Santana, Viterbo Álvarez (Pechito), Pedro Peña Ortiz y David Olivero.
El magistrado doctor Osvaldo B. Soto, presidía el tribunal especial. El Procurador fiscal era el doctor Rafael Valera Benítez, mientras que la parte civil estaba representada por los doctores Héctor Sánchez Morcelo, Ramón Pina Acevedo, Francisco Carvajal Martínez, Antonio Guzmán y Miguel A. Vásquez Fernández.
El abogado de la defensa de los acusados fue el abogado de oficio Héctor Barón Goico. El tribunal condenó a los principales acusados a la pena máxima de 30 años, excepto a Ciriaco de la Rosa que de manera insólita fue condenado a solo 20 años por supuestamente colaborar con la aclaración del crimen, aunque realmente nunca las cumplieron, tiempo después y con la ayuda de grupos militares trujillistas fueron provistos de pasaportes y sacados de la República Dominicana.
Ciriaco de la Rosa reveló durante el juicio posterior al asesinato lo siguiente:
Después de apresarlas, las condujimos al sitio escogido, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas.
Ordené a Pérez Terrero que permaneciera en la carretera a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse del caso. Esa es la verdad del caso. Yo no quiero engañar a la justicia ni al pueblo. Traté de evitar el desastre, pero no pude, porque de lo contrario, nos hubieran liquidado a todos
.
Estas declaraciones fueron desmentida poco después al descubrirse que el crimen ocurrió realmente en los terrenos de la casa de La Cumbre, pues Peña Rivera quería ver los cadáveres con sus propios ojos antes de ordenar tirarlos por el precipicio, pues tenía que dar un informe fidedigno a sus superiores.
Entierro
Las Mirabal están enterradas en Ojo de Agua, en las afueras de la ciudad de Salcedo, en la provincia Hermanas Mirabal en la República Dominicana. El lugar se ha convertido en un museo en su honor y está abierto al público.
También hay allí una biblioteca, librería y una tienda de recuerdos. Enterrado en el mismo lugar también están los restos de Manuel Aurelio Tavárez Justo, quien fuera esposo de Minerva.
Controversia sobre el asesinato
En febrero de 2010 fue lanzado el libro "Trujillo, mi padre: En mis memorias, Angelita" de la autoría de Angelita Trujillo, hija del dictadorRafael Leónidas Trujillo, el cual habla en unos de sus capítulos sobre las hermanas Mirabal y su asesinato.
El libro revela que José –Pupo- Román Fernández manda a matar a las Mirabal por órdenes supuestamente de Luis Amiama Tió (uno de los ejecutantes de Trujillo) y Segundo Imbert Barrera (hermano de Antonio) desligando a su padre del hecho.1 Después de esas revelaciones del libro, las protestas en el país no se hicieron esperar y calificaron como sofisma su contenido.2
Homenajes
·         En honor a estas valientes mujeres, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Esto fue establecido en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá, Colombia en el año 1981.
·         En Ojo de Agua se conservan sus trajes, sus pertenencias y sus habitaciones, tal y como estaban en el momento de su muerte. La finca se ha convertido en un museo que puede ser visitado. No lejos de allí vivía la única hermana Mirabal que no fue asesinada: Dedé.
·         La escritora estadounidense de origen dominicano Julia Álvarez escribió una novela basada en las hermanas Mirabal, con el título En el tiempo de las mariposas (In the time of butterflies) que luego fue llevada al cine por Mariano Barroso.
·         Una de las Estaciones del Metro de Santo Domingo, lleva su nombre.
·         El 2 de octubre de 2007 se emitió un billete de 200 pesos alusivos a las hermanas Mirabal.
·         En honor a ellas los botánicos Francisco Jiménez Rodríguez y Liliana Katinas le dedicaron una especie de planta nueva para la ciencia, Salcedoa mirabaliarum F. Jiménez R. & L. Katinas, arbolito endémico de La Española, descubierto en las montanas de la provincia Hermanas Mirabal. Fue publicada bajo el artículo “Salcedoa gen. nov., a biogeographic Enigma in the Caribbean Mutisieae (Asteraceae)”, en la revista científica Systematic Botany (2004), 29(4): .987-1002, de la American Society of Plant Taxonomist.”
Filmografía
Año
Película
Director
2001
2007
Oriundos de la noche (Documental)
Javier Balaguer
2008
Crimen
Etzel Báez
2009
Codename: Butterflies (Documental)
Cecilia Domeyko
2010
Familia
Bélgica Adela "Dedé" Mirabal Reyes (1 de marzo de 1925 - 1 de febrero de 2014) la única de las hermanas que no fue asesinada. Dedé vivió en la casa donde nacieron y trabajó para preservar la memoria de sus hermanas a través del Museo Hermanas Mirabal, que también se encuentra en Salcedo. Dedé escribió su primer y único libro titulado "Vivas en su jardín", publicado el 25 de agosto de 2009. Falleció el 1 de febrero de 2014 debido a problemas pulmonares.3
Uno de sus hijos, Jaime David Fernández Mirabal es psiquiatra y fungió como vicepresidente durante el primer período de gobierno de Leonel Fernández. También Minou Tavárez Mirabal, quien es hija de Minerva. Minou es filóloga y actualmente es diputada de la República Dominicana por el Distrito Nacional.
Referencias
3.     Volver arriba «Dedé Mirabal, una superviviente "sin rencor" de las Hermanas Mirabal»ABC. 2 de febrero de 2014. Consultado el 2 de febrero de 2014.
Bibliografía

·         Aquino García, Miguel. Tres heroínas y un tirano. La historia verídica de las Hermanas Mirabal y su asesinato por Rafael Leonidas Trujillo. Santo Domingo: Editora Corripio, 1996.






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Dedé Mirabal, que junto a sus padres se dedicó a criar y levantar como buenos ciudadanos a los hijos de sus hermanas