sábado, 27 de octubre de 2012

Papel de los militares en América Latina

Por: Rafael González , Miércoles, 24/10/2012 03:24PM


La Escuela de las Américas, fundada por los Estados Unidos en la zona del canal de Panamá en el año de 1946 sirvió como centro de entrenamiento y adoctrinamiento para miles de militares de los diferentes países Latino Americanos. Los mas crueles y sádicos torturadores, criminales, asesinos sin escrúpulos, fueron formados en esta escuela. Pero también muchos hombres honestos, patriotas que en determinados momentos de su vida pusieron en alto su honor y su patria y no vacilaron en enfrentar política y militarmente a los que pisoteaban sus patrias y su banderas.
La Guerra Fría, iniciada por aquel famoso discurso de Winston Churchill en Westminster College en Fulton, Missouri el 5 de Marzo de 1946, en el cual dijo, entre otras cosas: “Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero”. Se refería a la Europa del Este ocupada por el ejército rojo. Este discurso fue el escenario propicio y telón de fondo para el entrenamiento militar, político e ideológico de los jóvenes que iban ha estudiar a esa academia. El anticomunismo rabioso, el recelo contra todo el que osara hablar de libertad, justicia social, reforma agraria, derecho a la sindicalización y otros, eran motivos mas que suficientes para ser considerados subversivos peligrosos, propensos a ser eliminados o puestos fuera de circulación en una cárcel, en el exilio o el cementerio.
Todo joven Latino Americano, enviado a estudiar a este centro de formación militar era entrenado en técnicas de combate, tácticas de comando, inteligencia militar, técnicas de tortura física y sicológica, así como técnicas de contra-insurgencia, propaganda y contra-propaganda.
En sus más de sesenta anos, esta escuela se encargó de entrenar a los que harían el trabajo sucio al imperio. Centenares de soldados de los diferentes países latinos volvían a sus respectivos pueblos, militarmente entrenados e ideológicamente motivados para servir, no a su patria, sino a quienes los habían formado política, militar e ideológicamente es decir, a sus amos imperiales.
En las décadas de los sesenta y setenta en cada asonada militar, en cada intento de golpe de estado contra los gobiernos democráticamente electos que no siguieran al pie de la letra la política trazada por Washington en América Latina, y el resto del mundo, se utilizaban a los militares amigos que habían sido adiestrados en la Escuela de las Américas del Canal de Panamá, para que alguno de ellos apareciera como el líder del golpe en gestación .
Para el derrocamiento se seguía un libreto. Primero se satanizaba al presidente, haciéndolo victima de todo tipo de acusaciones, se les cortaban los créditos internacionales al país para crear una situación económica insostenible que a su vez creara desconfianza y malestar político interno entre los ciudadanos del país que habían elegido ese gobierno. Igualmente se iban preparando las condiciones para el pronunciamiento cívico-militar y la instalación de un gobierno dirigido por militares o por civiles o ambos grupos a la vez.
Esas conspiraciones, en las que participaban activamente la embajada Norte Americana, los asesores militares gringos y los militares latinos graduados en esa escuela del Canal de Panamá, eran la mayoría de las veces descaradamente hechas publicas, filtrando entre algunos amigos de la prensa un supuesto o real malestar en las fuerzas armadas. .
Los golpes de estado en Sur América fueron particularmente crueles e inhumanos, solo comparable a la actuación de los nazis en la segunda guerra mundial. Basta mencionar el de Videla en Argentina, contra la presidenta Maria Estela de Perón. Este golpe tuvo características genocidas pues los generales golpistas se dieron a la tarea de eliminar físicamente o a hacer desaparecer a una generación completa de jóvenes, mas de treinta mil entre los 17 y los 40 años de edad.
En Chile, con el derrocamiento del gobierno del presidente mártir Salvador Allende y la Unidad Popular, aplicaron la misma receta usada en la Argentina. Miles de muertos, cientos de desaparecidos y decenas de miles de exiliados junto con la violación sistemática de los mas elementales derechos humanos.
La doctrina de la seguridad nacional, la cual establecía que los ejércitos Latino Americanos, tenían como misión garantizar el orden interno, protegiendo al país de aquellas ideologías, partidos, agrupaciones o movimientos sociales que dentro de cada país pudieran simpatizar con el comunismo, socialismo o cualquier ismo que no fuera el capitalismo.
Esta doctrina dio legitimidad a la violación sistemática de los derechos humanos y a los golpes de estado y asonadas militares. Todos los crímenes estaban justificados por esta doctrina, la desaparición forzosa de ciudadanos, las torturas mas horribles contra los detenidos, sin importar su sexo, y en el caso de las mujeres si estas estaban o no embarazadas. Todo en nombre de la democracia y la libertad.
Hay una ley de la dialéctica que nos enseña que nada es absolutamente tan malo que no tenga algo bueno y otra que nos dice que todo lo que se hace reproduce su contrario. A pesar de los esfuerzos sistemáticos de los organismos de inteligencia de los Estados Unidos, como la CIA, la doctrina de la seguridad nacional de la Escuela de las Américas, los asesores militares y todos los mecanismos creados para hacer cada día mas serviles a las Fuerzas Armadas de nuestros países, muchos militares se han rebelado contra su propio adoctrinamiento.
A los Estados Unidos les ha sido imposible evitar que en Latino América hayan surgido del seno de esas fuerzas armadas creadas por ellos, hombres que han sido capaces de tomar el poder mediante golpes de estado o participando en elecciones y hacer los gobiernos mas progresistas que ha conocido la historia de nuestros países y como ejemplo está el gobierno de Jacobo Arbenz quien era un militar de carrera en Guatemala y en 1957 tomó el poder, convocó a una constituyente para darle a ese país una de las constituciones mas avanzadas que se hubiese aprobado jamás en este continente, decretó una profunda reforma agraria, enfrentando a la United Fruit Company y la Iglesia católica. Fue derrocado por un complot dirigido por la oligarquía guatemalteca, la CIA y naturalmente la United Fruit.
Uno de esos gobiernos dirigidos por militares y que tomó medidas realmente revolucionarias para acabar con el poder de la oligarquía de su país fue el de Velasco Alvarado en el Perú, quien derrocó a Fernando Belaúnde en 1968, dando inicio al proceso que denominó como el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, poniendo en práctica una profunda reforma agraria y una reforma educativa progresista.
Nacionalizó las empresas petrolíferas pertenecientes a compañías Británicas y estadounidenses. Reformó la banca, el poder judicial, la minería y la industria, todo en aras de que hubiese en cada medida tomada una profunda participación popular.
La prensa escrita, radial y televisiva que controlaban cuatro familias fue estatizada y entregadas a organizaciones de masas. Esta última medida le granjeó el odio de los dueños de esos medios que aún hoy no le reconocen ningún merito a Velasco Alvarado y cuando suelen referirse a él lo hacen en los términos mas hirientes y despectivos. Este bello ensayo fue abortado por una conspiración encabezada por el primer ministro de su gobierno, el general Morales Bermúdez apoyado, por la oligarquía peruana, la iglesia católica y la embajada Americana. Este general revirtió todas las medidas progresistas que Velasco Alvarado había tratado de implementar. Un grave error de Velasco Alvarado fue no haber construido un aparato político que diera apoyo a las medidas de carácter social que había tomado desde el gobierno.
La lista de militares que han dirigido gobiernos progresistas y tomado medidas revolucionarias en Latino América seria interminable y este articulo se haría demasiado largo, pero no debemos dejar de mencionar al general Lázaro Cárdenas en México quien nacionalizó la industria petrolera de ese país, así como también seria injusto no mencionar al panameño Omar Torrijos, que logró que el canal pasara a ser propiedad de los panameños.
De igual modo debemos referirnos al general Juan Domingo Perón de la República Argentina quien en los gobiernos que presidió en ese país tomó medidas que favorecieron a las grandes masas de obreros y campesinos que todavía hoy siguen sus ideas.
En esta mención de grandes y honestos lideres militares latinos no debemos dejar de referirnos al capitán del ejército brasileño Luis Carlos Perthes -el señor de la esperanza-presidente del partido comunista brasilero, que aunque no llegó a tomar el poder gozó y goza de mucho respeto en su país y de todos los que conocieron sus luchas y desvelos.
No todos los militares que hemos mencionados estudiaron en la escuela de las Américas, pero todos de una forma u otra estuvieron en contacto o con la Embajada Americana o con el cuerpo de asesores militares. Es decir, por algún lado tenían contactos con los conceptos e ideas que defendía la escuela de las Américas. Mas no obstante estos militares fueron capaces de desarrollar sus condiciones patrióticas y revolucionarias a contrapelo del interés imperial por mantenerlos sumisos y obedientes.
Otro caso que nos concierne es el del coronel dominicano Francisco Alberto Caamaño, quien se forjó como líder revolucionario y anti-imperialista en el fragor de una lucha popular por la reposición del gobierno de Juan Bosch derrocado por órdenes de la embajada Americana y la anuencia de la oligarquía dominicana y la iglesia católica, que devino en una guerra patria cuando los militares constitucionalistas liderados por él se enfrentaron a las tropas invasoras yanquis que desembarcaron en Santo Domingo el 28 de Abril de1965. Este coronel dominicano fue egresado de una de las academias militares de Norte América.
Por ultimo, sin dejar de nombrar a Carlos Prats del Chile de Pinochet y al boliviano Juan José Tórrez. Está el coronel venezolano Hugo Chávez Frías, quien ha dividido la historia de América Latina y el mundo en dos grandes momentos, la que se escribió antes de su arribo al poder y la que se ha escrito después. Él ha demostrado que no es el fin de la historia como diría Fukuyama ni tampoco las guerras serán entre civilizaciones de acuerdo con la teoría de Huntington. Este coronel ha demostrado que la historia de los pobres recién comienza y ha dicho claramente que la solución de sus problemas está en el socialismo, el cual ha denominado como el Socialismo del Siglo XXI y las llamadas guerras de civilizaciones no son mas que las guerras imperiales por el control de las materias primas y los recursos minerales y energéticos de los países emergentes.
El pueblo venezolano nueva vez votó masivamente por el proyecto político que él representa y defiende. Un poco más del 55% de los y las venezolanas le apoyaron, le quieren y respetan. En los cinco continentes, tanto los adversarios como los partidarios, vivieron el proceso electoral como el suyo propio. El derrotero que seguiría el mundo dependía de esas elecciones y una vez mas quedó demostrado que el epicentro de las contradicciones entre la nueva sociedad, que él define como el Socialismo del Siglo XXI y el capitalismo decadente, está precisamente en Venezuela y en la persona de Hugo Rafael Chávez Frías, líder indiscutible de ese proceso revolucionario.
Este artículo tratar de rendir un humilde homenaje a los hombres de uniforme, quienes han sabido poner en alto su patria y hecho grandes esfuerzos para sacar a este continente del atraso y la miseria, a que lo han sometido quinientos anos de explotación por todos los imperios que han existido y ojalá sirva para que dentro de las fuerzas del cambio se comience a mirar a estos hombres con otra visión y otro enfoque, no todos son Pinochet.


El autor es: militante revolucionario dominican0
ragoza1948@gmail.com

viernes, 26 de octubre de 2012

Manfredo Casado Villar, un combatiente revolucionario de leyenda

Por Felipe Nery Ciprian

Combatiente revolucionario de una conducta ejemplar nacido en Hoyo Nuevo, San José de Ocoa, en el seno de una familia de agricultores honrados y laboriosos. Desde joven asumió una actitud de compromiso con la libertad, la justicia y el bienestar del pueblo dominicano, principalmente de los campesinos ocoeños.
Hombre extraordinariamente honesto, Manfredo, labró con su ejemplo el liderazgo más sólido del revolucionario comprometido en Los Martínez, Las Caobas, Los Naranjales, Hoyo Nuevo, Parra, El Pinar, Sabana Larga, donde era más conocido, así como entre la juventud de San José de Ocoa y parte de Baní.
Al estallar la guerra el 24 de abril de 1965, su padre, conocido popularmente como Porfirito Casado, ingresó a la ciudad de Santo Domingo y se incorporó a la lucha por la reposición en el gobierno del profesor Juan Bosch y el restablecimiento de la Constitución de 1963 que habían sido destronados por un golpe militar gestado por la oligarquía dominicana dirigida por el imperio de Estados Unidos.
Junto a Porfirito llegaron a las trincheras de los constitucionalistas sus hijos mayores Manfredo y Niño Casado Villar, quienes lucharon durante meses contra las tropas invasoras de Estados Unidos.
Concluida la guerra en septiembre de 1965, esos combatientes ocoeños regresaron a Los Martínez a labrar la tierra y a proseguir su lucha por la justicia social, la libertad y el bienestar de los dominicanos.
Unas veces trabajando en Santo Domingo, otras laborando en el campo, Manfredo no descuidó nunca su labor revolucionaria, lo que le permitió crear una sólida organización con base en Los Martínez, pero apoyada en otros campos de Ocoa, en la ciudad y en Baní.
Fue esa organización esencialmente autónoma, pero sustentada en su liderazgo indiscutido, la que dio refugio y protección a la mayoría de los dirigentes revolucionarios que eran perseguidos a muerte en Santo Domingo.
Aunque Manfredo nunca fue miembro de algún partido de izquierda, en su base político-militar en Los Martínez acogió y protegió a los principales dirigentes del Partido Comunista Dominicano (PCD), los del Movimiento Popular Dominicano (MPD), los del 14 de Junio, entre otros.
En Los Martínez estuvieron durante algún tiempo Plinio Matos Moquete, Henry Segarra, Guillermo Rubirosa Fermín, Rafael –Fafa- Taveras, Pedro Juan Persia, Braulio Torres, entre otros, quienes se internaron en las montañas junto a Manfredo y sus seguidores campesinos.
Toda la juventud de Los Martínez, varones y hembras, dieron un sólido respaldo a la lucha revolucionaria que encabezó Manfredo en los años sesenta hasta mediados de los setenta.
Con su lucha, los campesinos de Los Martínez recuperaron miles de tareas de tierra que detentaba la familia Solano, pese a que tropas de la Policía y del Ejército Nacional se enfrentaban con los agricultores, quienes finalmente permanecieron en la tierra que les pertenecía.
Entre 1967 y 1972, Los Martínez se constituyó en una verdadera base revolucionaria constituida por campesinos de la zona que bajo el liderazgo de Manfredo, sostuvieron su lucha pagando un alto precio en cárcel, torturas, persecución y muerte.
A finales de los años sesenta fue establecido un destacamento, con una dotación de un pelotón del Ejército Nacional en Las Caobas con el propósito expreso de combatir a Manfredo y sus hombres que estaban asentados a unos tres kilómetros loma adentro.
Tan pronto Manfredo muere el 8 de octubre de 1975, ese destacamento fue eliminado, pese a que era la agrupación de tropas más grande en todo San José de Ocoa y que además era reforzado constantemente con soldados que llegaban desde Azua, asiento de la compañía o de San Cristóbal, asiento del batallón del Ejército.
Durante su lucha revolucionaria, Manfredo y sus hombres y mujeres dieron una lección de dignidad y valor al pueblo dominicano y al ocoeños en particular.
Golpeado por el divisionismo de la izquierda, por errores políticos que cometían estas organizaciones y que arrastraban a Manfredo y sus compañeros, pero sobre todo por la confrontación con recursos militares, políticos y de inteligencia del gobierno, su organización fue debilitada. Decenas de hombres purgaron cárcel y otros tuvieron que pasar a la total clandestinidad, tanto en Santo Domingo como en otros lugares, lo que obligó a Manfredo a buscar asilo en la embajada de México en la primavera de 1972.
La llegada de la expedición guerrillera conocida como Playa Caracoles, encabezada por Francisco Alberto Caamaño, que entró por Azua y subió a las montañas de Ocoa, lo sorprendió asilado en la embajada de México.
Liquidada la guerrilla de Caamaño con el asesinato de su líder y otros cuatro guerrilleros, uno de los sobrevivientes, Claudio Caamaño Grullón, logra evadir la persecución militar, entra a la ciudad de Santo Domingo en el mes de abril y al día siguiente se asila en la embajada de México.
Es en esa circunstancia que se conocen dos luchadores revolucionarios ejemplares: Claudio Caamaño, veterano combatiente de la Guerra de 1965 y sobreviviente de la guerrilla de Playa Caracoles, y Manfredo Casado Villar.
De esa feliz coincidencia nació un compromiso revolucionario de continuar la lucha armada en las montañas, para lo cual salieron al extranjero a preparar su retorno.
A Claudio Caamaño le fue permitida la salida, pero se le negaba a Manfredo, pues el gobierno de Joaquín Balaguer quería que se lo entregaran para asesinarlo y con él su ejemplo de que de un humilde campesino puede salir un revolucionario consecuente.
Es mediante una acción audaz de retener a un hijo del embajador de México que Manfredo logra que el gobierno asesino de Balaguer le entregue el salvoconducto para viajar al exterior. Fue sacado del país en 1973 con destino a París, Francia, desde donde de inmediato fue a Cuba para unirse a Claudio Caamaño, quien ya se entrenaba para volver a la lucha armada, junto a Toribio Peña Jáquez y otros compañeros.
En Cuba Manfredo completó su preparación militar y política, retornando al país en junio de 1975 bajo el mando de Claudio Caamaño y acompañado además, por Toribio Peña Jáquez, combatiente de 1965 e integrante de la fuerza guerrillera de Caamaño en 1973, pero que no subió a la montaña por haberse extraviado durante la maniobra de desembarco en la Bahía de Ocoa, el 2 de febrero de 1973.
Provenientes de Cuba, pero llegados desde Puerto Rico en un bote tripulado por revolucionarios de esa isla hermana, Claudio, Manfredo y Toribio, después de vencer una tenaz persecución iniciada desde la costa de Nizao, Baní, pues los tres hombres que los trajeron al país fueron detenidos en La Romana, torturados y de ellos obtuvieron la información del desembarco, el pequeño grupo guerrillero logró internarse en las montañas al norte de Los Martínez.
Su propósito era restablecer la base revolucionaria que había tenido Manfredo en la zona, organizarla, adiestrarla y echarla a la lucha armada para recuperar la iniciativa revolucionaria y provocar la insurrección popular que liquidara el gobierno sanguinario de Balaguer.
A finales de septiembre de 1975, durante un desplazamiento nocturno, Manfredo cayó a un precipicio próximo a Los Martínez, adonde se proponía entrar esa noche, sufrió heridas incluida la rotura de costillas. Los hombres que le daban apoyo logístico lo sacaron hasta Fundación de Sabana Buey, Baní, donde quedó separado de la guerrilla en la montaña, quien tiempo después se enteró de lo sucedido.
Conocida la condición y luego la ubicación de Manfredo, Claudio Caamaño envía personal de su confianza a buscarlo y retornarlo a la montaña para continuar la lucha, pero su mensajero llegó tarde: ya algunos de sus familiares en Santo Domingo habían conocido de su situación e improvisaron un operativo para llevarlo desde Fundación a Santo Domingo, pero delatado por el dirigente del PRD Pablo Rafael Casimiro Castro, quien “cooperó” para su traslado, fue capturado en San Cristóbal por personal dirigido por el general Neit Rafael Nivar Seijas.
Después de someterlo a torturas en la Fortaleza Militar Antonio Duvergé, en San Cristóbal, Manfredo fue asesinado al igual que los otros tres hombres que lo trasladaban en un carro y sus cuerpos acribillados fueron presentados a la prensa con una declaración de que cayeron en un intercambio de disparos.
Aunque los cuerpos de los tres acompañantes de Manfredo, incluido el de su hermano Milcíades, fueron entregados a sus familiares en Santo Domingo, el del luchador revolucionario fue retenido por las tropas de Operaciones Especiales de la Policía y sepultado sin ataúd en una esquina del cementerio de Nizao, San José de Ocoa.
En lugar fue ubicado por otros revolucionarios ocoeños que intentaron sacar sus restos para llevarlos a San José de Ocoa, pero sus familiares pidieron desistir de ese propósito, pues todos ellos eran objeto de amenazas y persecuciones policiales y militares.
Con la crecida del río Nizao con el ciclón David en agosto de 1979, el cementerio de Nizao fue totalmente inundado y la tumba de Manfredo, que estaba localizada en el extremo este, quedó borrada.
Aun es posible que los huesos de Manfredo puedan recuperarse en el lugar, pero habría que hacer excavaciones en un perímetro no menor de 400 metros, porque los referentes de la ubicación exacta, desaparecieron con nuevas crecidas.
Allí se apagó la vida de un campesino ocoeño que saltó a la condición de revolucionario de leyenda, marcado por la combatividad, la honradez y la entrega sincera a la causa del pueblo dominicano. No obstante, de su ejemplo tienen que aprender las actuales y futuras generaciones, para las sucesivas batallas.